La mujer uruguaya
reclama
sus derechos políticos
PORTICO
Un gran acto feminista, que marcó
época en el movimiento reivindicatorío
de las mujeres uruguayas.
Se realizó el 5 de Diciembre de 1929.
En el Salón de Actos Públicos de la
Universidad, que es como decir en el co'
razón del movimiento cultural de núes-
tro país, las mujeres .uruguayas en canti-
dad impresionante, se reunieron para ea*
cuchar la voz vibrante de algunas de en-
tre ellas que reiteradamente reclaman
aquellos derechos políticos y civiles que
hace mucho tiempo deberían ser univer-
sales.
El acto celebrado en la Universidad fué
un esponente magnífico do las brillantes
condiciones de las mujeres que se han
8
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
♦
erigido en paladines del justo movimien-
to. Una organización perfecta y un ajus-
tado sentido de responsabildad de los ac-
tos, presidieron la bella asamblea.
¡Hicieron uso do la palabra once califi-
cadas mujeres que ya han producido su
cosecha en los más cneoutrados campos
de la actividad humana. Módicas, aboga-
das, escribanas, profesoras, escritoras y
periodistas. Todas de acción fecunda y
ya favorablemente juzgada.
Y lo admirable, es que esas once mu-
jeres que con tanto calor hablaron de la
gran causa feminista, son apenas una
parte de una gran cantidad de mujeres
igualmente capacitadas para brillar en
todos los terrenos, pero a las que no se
les permito votar, en un país donde vo-
tan los analfabetos.
Pero la campaña está empezada. La
Afianza Uruguaya de Mujeres que prc-
«i de nuestra gran leader nacional la
doctísima Dra. Paulina Luisi, y el Con-
SUS DERECHOS POLITICOS
9
ge jo Nacional de Mujeres del Uruguay*
han de inte unificar los trabajos para que
el brillantísimo neto de la Universidad
traiga como corolario la conquista de to-
dos los deiTcbos.
Y así se harán factible* todos los al'
tos deseos expresados por ese grupo de
mujeres.
La higiene social e individual con sus
insospechadas ramificaciones, las injus-
ticias que amparan los códigos, la situa-
ción de dignas profesionales mujeres,
los salarios irrisorios de las mujeres, las
proyecciones d'e la trata de blancas . . .
en una palabra todos estos puntos cáli-
dos, palpitantes y capitales que han me*
recido la atención de las feministas uru-
guayas, se levantan en alto, como bande-
ra propicia para una campaña que pro-
penda a la obtención de un sumo bien-
estar para todos.
A . B. C.
Algunas consideraciones previas ne-
cesarias —
Intensificando la campaña desarrolla-
da ya desde varios años atrás, pues arran-
ca de la fundación de las man untigtuiá
de las sociedades feministas del Uruguay,
en 1916, las Directivas de la Alian.'
za Uruguaya y del Consejo -Nacional de
Mujeres, y a iniciativa de la Presidenta
de la primera de las Asociaciones men-
cionadas, Dra. Paulina Luisi; resolvieron
organizar un gran acto público a’ favor
de los Derechos Políticos de la Mujer.
Fué precedido este acto por la presen*
tación primero de una nota a la Comisión
de Conmemoración del Centenario de la
Independencia del Uruguay, solicitando
se interese por el reconocimiento de
12 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
los derechos políticos femeninos, como
justa evolución de nuestro pueblo al inr
ciar su segundo centenario de vida.
Luego, dando cumplimiento a las reso -
luciones del Congreso realizado en Junio
del corriente año en Berlín, por la Alian -
za Internacional para los derechos ciuda-
danos de la Mujer, a la que pertenece la
Alianza. Uruguaya, se entregó al Consejo
Nacional de Administración el mensaje
votado en aquel Congreso para ser en-
viado a los Gobiernos de todos aquellos
países en los cuales no se han reconocido
aún los derechos políticos a la mujer.
(Véase página 189).
Al mismo tiempo se dispuso la presen-
tación de una petición a la Cámara de
Representantes, solicitando de esa rama
del Gobierno, que incluya en la orden del
día de sus próximas sesiones el estudio
del texto de Ley previsto por el Artículo
10 de la Constitución, relativo al recono-
cimiento de los derechos políticos de la
SUS DERECHOS POLITICOS
13
mujer, nota en la que so interpretó con
exactitud la situacióu del problema en el
momento actual. (Véase página No. 160).
Se esperó sin embargo para presentar
la. ei resultado de la comunicación del
mensaje del Congreso de Berlín al Con-
sejo Nacional de Administración.
Este, al considerar aquel mensaje, re-
solvió por unanimidad elevarlo a la
Asamblea General, exhortándola al estu*
dio de los diversos proyectos existentes,
relativos al reconocimiento de los dere-
chos femeninos. (Véase página No. 193).
La Cámara de Diputados, a la que fue*
ron destinadas ambas notas, pidió su lee*
tura, figurando en las Actas de la 210.a
sesión ordinaria correspondiendo al 11 de
Noviembre de 1929.
Para dar mayor transcendencia a nues-
tro pedido, e intensificando nuestros es*
fuerzos, y con objto de demostrar
terminantemente la falsedad de la
aserción demasiado e inconsultamente re-
14
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
petida, que las mujeres uruguayas miran
con indiferencia esta magna cuestión, y
que buena parte de ellas se desinteresan
del asunto ; convencidas como estaban las
dirigentes de nuestras asociaciones femi*
nistas, que al contrario de lo afirmado, la
mujer uruguaya mira hoy con simpatía
e interés la obtención de sus derechos; se
organizó un mitin público, que fué reali-
zado el 5 de Diciembre de 192I9, en el Sa-
lón de Actos de la Universidad.
Por moción de la Presidente de la
Alianza de Mujeres, Dra. Paulina Luisi,
se resolvió limitar al mínimum el número
de oradoras pertenecientes a las asocia-
ciones organizadoras, e invitar en cambio
a colaborar en este mitin a mujeres que
compartiendo nuestros ideales, se han
destacado por su actuación pública e in-
telectual, eligiéndolas en forma que cada
una de ellas pudiera presentar un aspec-
to especial de la cuestión, el que estuvie-
se más en concordancia con su actuación
SUS DERECHOS POLITICOS
15
o sus simpatías, poro do manera que ca-
da una de las oradoras pudiera presentar
una de las facetas del problema, y des-
arrollar entre todas ellas la mayor exttíir
sión posible de aquella magna cuestión.
Esta es la razón por la cual cada uno
de los discursos pronunciados toca una
parte solamente de nuestro sujeto.
Se asignó además a las oradoras un es-
pacio de tiempo limitado y breve, con
objeto de no prolongar demasiado el acto.
Este plan establecido, explicará al lec-
tor por qué encontrará los discursos bre-
ves, variados y con un punto de mira es-
pecial en cada uno. Ninguno abarcó el
problema en su conjunto, así se había es-
tablecido : entre todos sin embargo, rea-
lizan una gran parte del asunto.
Se anunció el acto profusamente, y se
enviaron invitaciones especiales a los Al-
tos Poderes públicos, Partidos Políticos,
Prensa, etc. Las Asociaciones femeninas
fueron invitadas a enviar una Delegada
16 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
para acompañar al Comité en el estrado,
concurriendo muchas de ellas a afirmar,
con su presencia su adhesión a nuestros
prinlcipios. Igualmente concurrieron la
Decano de la Universidad de Mujeres
Sra. Arbildi de De la Fuente y la Direc-
tora de la Escuela Normal María S. de
Munar, señorita Leonor Horticou quien
nos acompañó también en el uso de la
palabra.
Se distribuyeron abundantemente en
la sala de la Universidad, volantes prepa'
rados al efecto, en los que se expuso el
estado de los derechos políticos femeni'
nos en los diversos países del mundo.
(Véase página 171).
Esta exposición fué concienzudamente
redactada por la Dra. Paulina Luisi que.
como miembro del Comité Ejecutivo de la
Alianza Internacional, estaba como nin-
guna, en condiciones de poseer una doeir
mentación exacta.
Demuestran a las claras estos volan’
SUS DERECHOS POLITICOS
17
tes. la situación inferior dv la mujer uru-
guaya comparativamente a las de los de-
más países; equiparada por su carencia
de derechos junto con la mujer francesa,
a las de los piíses más atrasados del
mundo, o a las que viven todr^ía la vida
primitiva de las hordas no c’ v ilizadas»
El mitin obtuvo un éxito qne superó
las más halagadas esperanzas de las or*
ganizadoras. Numerosas personas hubie-
ron de retirarse por encontrarse el local
desbordante de concurrencia.
Y fué digna coronación de los esfuer-
zos realizados, la corriente de simpatía,
la vibración armónica de aquellos cientos
de personas que llenaban el aula magna
de nuestra Universidad, y los torrentes de
aplausos con que sus manos, en frenéticas
salvas, acompañaban las palabras de las
oradoras. Era un sólo pensamiento, estre'
meciendo en vibración única al desbor-
dante público: “Ha sonado la hora de
18
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
reconocer los derechos políticos a la mu*
jer uruguaya!”
Al finalizar el acto, la Presidenta del
Comité Organizador, Dra. Paulina Luisi
tomó nuevamente la palabra para exhor
tar a las mujeres presentes, si convenci-
das de la necesidad del reconocimiento
de los derechos políticos femeninos, a que
firmaran una petición que sí enviará al
Parlamento con este objeto.
Y a los hombres “que disfrutan de
aquellos derechos, también a ellos que son
ciudadanos y pueden por lo tanto hacer
pesar su propia voluntad en el seno de
los partidos políticos a que pertenecen,
puesto que son electores”; también a
ellos les exhortó a firmar una petición
masculina, y por lo tanto válida, recla-
mando el reconocimiento de los derechos
políticos de la mujer.
Centenares de firmas dejaron constan-
cia en las hojas colocadas en el vestíbulo
del aula, de cual era el sentimiento de la
sus
DERECHOS POLITICOS
19
asamblea al disolverse. (Véase pág 186).
El número de los firmas femeninas de-
positadas demuestra u las claras que el
último baluarte de nuestros adversarios
“la mujer no se interesa por el proble'
ma ’ te ha derrumbado en el Uruguay.
Queda ahora a las mujeres todas de la
República, el deber de exteriorizar esa
voluntad latente en las conciencias, y pa*
ra ello es necesario realizar lo que pide
en su alocución la Secretaria del Comité
Organizador Dra. María Inés Navarra:
“Necesitamos un movimento de con-
junto, unión, mucha unión para ser muy
fuertes. . . ”
Y queda a los hombres que en el secre*
to de su conciencia están obligados a re*
conocer la legitimidad de nuestras recla-
maciones pese a los argumentos qne
las conveniencias políticas les hacen es-
grimir, a ellos, que en definitva son
quienes han de resolver, les toca decidir
una vez por todas la sanción de esa Ley
20 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
prevista por el Artículo lO.o de nuestra
Constitución.
Si, como lo han declarado, los partidos
políticos no temen que peligre su influen*
eia con la incorporación del electorado
femenino a la masa votante del país; si
son leales sus afirmaciones al declarar,
como todos los sectores políticos lo hicie-
ron, que reconocen la justicia y la legiti-
midad de nuestros esfuerzos; a ellos les
pedimos, que sin más dilaciones, porque
en la hora presente resultan inexplica-
bles dentro de una recta línea de conduc-
ta, se decidan de una vez a la aprobación
de una Ley a la que la conciencia públi-
ca ha dado ya su sanción afirmativa.
Se nos ha observado, por muchos, la
conveniencia de trabajar primero por la
obtención d'e los derechos civiles, antes
que empeñarnos en conseguir los políti-
cos, y más de una de nuestras mujeres
declara, no sin alguna lijereza, que está
de acuerdo con los primeros pero que no
SUS DERECHOS POLITICOS
21
vé la necesidad, todavía, de los últi-
mos, Discrepando con esta manera de
pensar — y apoyándose en la experien-
cia realizada en numerosos países pien-
san las Asociaciones Feministas Uruvua*
yas que es esencial y primordul el dere*
eho político, porque es la llave que nos
permitirá mover la tan compleja cuestión
de los derechos civiles.
Conseguida la primera, de hacer pesar
nuestra voluntad en los comicios, fácil será
realizar las modificaciones necesarias en
nuestro Código Civil. De no tener derechos
políticos estaremos siempre dependientes
de la voluntad y el criterro masculinos no
siempre “et pour cause” de acuerdo con el
sentir y las necesidades de la mujer ante
la ley civil.
Este criterio ha tenido su demostración
experimental en los numerosos países don-
de las mujeres tienen derechos políticos,
países mucho más numerosos de los que
nuestro público cree, como podrá cerciorar-
22 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
Be por el ya mencionado volante, reprodu-
cido en este volumen, y por el planisferio
de la página 5 en el cual están graba-
dos en blanco los países 'donde las mujeres
gozan de todos o de algunos derechos polí-
ticos, y en negro aquellos donde no poseen
ninguno como en la América latina, Fran-
cia, el Africa negra y las islas no civiliza-
das de Oceanía.
No puede terminar estas líneas el Co-
mité Organizador, sin agradecer pública-
mente y en primer término a la prensa
nacional, no sólo la invalorable cola-
boración prestada a la propaganda de
nuestro acto, sino también por las magní-
ficas reseñas con que coronaron el éxi-
to de nuestro mitin y muy especialmente
a “Imparcial” que dedicó dos días con-
secutivos su suplemento a la publicación
íntegra de los discursos ; al señor Ministro
de Instrucción Pública Dr. Santín C. Ros-
si, y demás personalidades políticas y ad-
ministrativas que nos acompañaron con
SUS DERECHOS POLITICOS
23
su presencia, y machas de ellas con el
estímulo de su manifiesta aprobación; a
la Comisión Directiva de nuestra Broad-
casting Oficial del Palacio Legislativo,
así como al encargado de su funciona*
miento que facilitaron la difusión de
nuestras aspiraciones en todo el territo*
rio del país.
* s El Comité Organizador.
DISDURSOS
PRONUnClAOOS En
LA UNIVERSIDAD
EN EL
ÍT1EETIN PUBLICO
DEL
5 DE DICIEMBRE DE 1929
Doctora Paulina Luisi
Presidenta fundadora de la Alianza Uruguaya y
del Consejo Nacional de Mujeres. Miembro de la
Directiva de la Unión mundial para los derechos
ciudadanos de la Mujer. Presidenta de su Comisión
mundial para la moralidad pública. - Delegada del
Gobierno del Uruguay a la Comisión de Protección
a la Infancia y la Juventud en la Liga de Naciones
Los derechos políticos de jo mujer
en el Uruguay y en la vida Inter-
nacional —
Señoras mías, señores : Iv) 2 f> de abril
de 10*17, en este uii«mo Salón de Actos de
la Universidad ocupado entonces por la
Asamblea Nacional Constituyente, un gru
po de mujeres, muy reducido ciertamen*
te, pero tan decidido como escaso, nos
presentábamos por primera vez en la his-
toria de nuestro país para afirmar, en
forma reposada y serena, la aspiración
de la mujer uruguaya a participar en la
vida política de la nación
Aquellos 52 nombres de mujeres al pie
de la sencilla nota causaron sensación. . .
Van pasando desde entonces trece años.
La sorpresa causado por los pretensio-
nes femeninas se ha desvanecido ... La
30
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
idea se ha echo carne 1 Ya no son 52
nombres 1 La conciencia de la mujer uru-
guaya se ha despertado.
Lo que fué deseo de emancipación feme-
nina se hecho voluntad. La mujer de 1929
no tiene recelo en defender sus conviccio-
nes y en reclamar resueltamente los dere-
chos que le corresponden y la participa'
ción que le pertenece en la vida nacional.
Es para afirmar nuevamente esa volun -
tad nuestra, mujeres conscientes de nues-
tra personalidad y de nuestros derechos,
como lo somos de las responsabilidades
que ellos entrañan, que nos encontramos
reunidas aquí, en este día.
En 25 países, las mujeres han conquis-
todo el lugar que les corresponde, de
iguales ante las leyes a sus compañeros,
con los mismos derechos y las mismas
prerrogativas, también con equivalentes
deberes.
Más d'e 80 millones de mujeres se en-
cuentran hoy habilitadas para manifestar
31
SUS DERECHOS POLITICOS
su voluntad en loa comicios, ni igual qlie/'
los hombres.
En 35 países. 23 de Europa. 3 de Amé
rica, 3 de Asia, 4 de Africa y 2 de Ocea~
nía. las mujeres gozan de sus derechos
políticos, totales o parciales. Hasta en el
vecino Brasil, el Estado de Río Grande do
Norte acaba de reconocerlos a sus rnuje'
res.
La mujer uruguaya está en absoluto
desposeída de ellos.
Será acaso inferior a la nativa rio-
grandense, menos consciente, menos eul*
ta. más incapaz?
♦
Serán las mujeres uruguayas menos
dignas de ejercerlos, que los 80 millones
de americanas, inglesas, belgas, griegas,
chinas o españolas?
Por que la misma España, bajo su ré-
gimen de fuerza, ba reconocido a sus mu*
jeres, parte de sus derechos políticos y ha
llevado a once de ellas a la Asamblea Na-
cional... Es bajo un gobierno de hecho
32 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
ciertamente, pero no lo es menos, que la
misma dictadura ha reconocido de esta
manera la legitimidad de la colaboración
política de la mujer.
Yo he visto a la concejala española
entregada a las obras de asistencia so-
cial; he visto a la burgomaestra belga
organizar la defensa de la ciudad frente
al enemigo; he visto a la inglesa dictan-
do sentencias en su Juzgado de Paz; a
la rumana redactando ordenanzas edili-
cias y agrarias; he visto a la rusa Minis-
tro Plenipotenciario en la persona de
Alejandra Kolontai y en Rosilra Swim-
mer a la del Representante Diplomático de
Austria- •• He visto en la (Comisión de
Mandatos de la Liga de las Naciones,
donde se ventilan asuntos interna-
cionales candentes, a la jurisconsulta
sueca, y a la mujer inglesa en la Con-
ferencia Económica de 19/27 en Ginebra;
y las he visto a todas, australianas, sue-
cas. noruegas, danesas, inglesas, africa-
SUS DERECHOS POLITICOS
ñas del sur, rumanas, formando parte de
las del -garlones oficiales en la Asamblea de
la Sociedad de las Naciones; lie visto a
una de ellas presidir la 5.n Comisión de
la Asamblea en su casi totalidad forma -
da por ministros y diplomáticos y be
visto a otra al frente de la delegación de
su gobierno en la Conferencia Internacio*
nal del Trabajo.
Y vi a Margaret Bonfield en sus fun-
ciones del Ministro del Trabajo en Ingla-
terra; a mi colega Nina Ba.ng en la Car-
tera de Instrucción Pública danesa. . . a
Nelly Taylor Ross gobernando el Estado
deí^Yyoming, en Estadi lleva-
da a ese alto cargo por e nular!
Yo las he visto a toda. ho-
landesas, belgas, belgas depo-
sitando tranqnilament _ las ur-
nas y discutiendo .e en sus
respectivos parí amen.
iLas he visto elevar la c Ación de la mu-
jer en el trabajo ; dar a la madre la tutela
34 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
de los hijos igual que al padre ; combatir la
prostitución y concluir con la trata de mu-
jeres en Australia; crear tribunales espe*
ciales para niños con un jurado misto;
votar subsidios familiares a las madres
proletarias; elevar la edad de consentí*
miento en los delitos contra la morali-
dad; reglamentar los espectáculos cine*
matográficos para niños; combatir el al-
coholismo; establecer cajas de seguros
para la maternidad; ocuparse de cuestio*
nes financieras; asegurar la independen-
cia económica de la mujer casada, y lu-
char para -conservarle su nacionalidad;
proponer y votar benéficas leyes sociales
diversas y numerosas : legislar sobre el
niño abandonado; sobre la obligación
del padre ilegítimo a las cargas de la
infancia ; proponer leyes que obliguen al
hombre) a la indemnización ¡equitativa
para los gastos extraordinarios que so-
brevienen a la madre con la venida al
ron. . .
fo he conocido la hazaña sobrchuma*
na de aquel grupo de mujeres reunidas
en La Haya en lilla- cu plena guerra, pa*
ra conjurar a los hombres que cesaran
su matanza despiadada... Clara Zetkin
llegando en avión desde Alemania des*
pués de burlar la vigilancia de las auto*
ridades; Juana Duchénne viniendo de Pa
rís bajo el peso de una condena a muer-
te por traición a la patria; Christal Mac
Millan perseguida por las autoridades in-
glesas; a Emily Boleh expulsada de su
país y sus bienes confiscados.. . . Yo las
he visto reunidas en La Haya para gri-
tarles desesperadamente a los hombres
enceguecidos por la sangre: PAZ !
Yo recuerdo la escena emocionante que
nos arrasó de lágrimas los ojos, cuando
aquellas dos madres enlutadas, llorando a
sus dilectos caídos ambos en los campos
del Mame, se tendieron las manos tem*
36 v LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
blorosas en nuestro Congreso de Ginebra
en 1920. . . París y Berlín llorando a sus
hijos... . Francia y Alemania confundien-
do sus sollozos de madres, estrechaban
sus palmas ! . . .
Sólo la mujer es capaz de sentir en el
desgarramiento de sus entrañas, el odio
salvaje y profundo hacia la guerra...
sólo ella puede alimentar en su corazón
sangrante y temeroso la vida tan frágil
del árbol de la Paz, porque solamente
ella sabe cuánto dolor y cuánto sa-
crificio, cuánta desolación y cuánta an-
gustia, cuanta miseria y cuanto desastre,
encierran en sus almas de aoero las ame-
tralladoras y los cañones!
Y hasta las lágrimas de Jeanette Ran-
kin, la primera mujer diputado en el Par-
lamento Federal de Norte Amérca, son
de uña sugestiva enseñanza . . . Jeanette
Rankin votando ¡ con sollozos ! los fondos
de guerra de los Estados Unidos, .en
1915-'
SUS DERECHOS POLITICOS
I
Mas, me ban observado algunos, €
el Uruguay los hombres legislaron ya
sobre aquoLlos tópicos que son la preocu*
pación de las mujeres... y me dijeron v.
gr. de la ley sobre investigación de la
paternidad y sus obligaciones consiguien-
tes... ¡Bien lo sabemos!... ¡Demasiado!
Que de haber habido una sola mujer en
nuestro Parlamento no se habría sancio-
nado la iniquidad que encierra el artícu-
ir 277 de nuestro Código Civil 1
¿Qué mujer habría tolerado que a cam-
bio del mendrugo que el padre le arroja
para sostener al hijo, tenga luego aquél
el derecho de quitárselo a la madre cuan-
do la criatura alcanza a los cinco años’- 1
Podrían multiplicarse los ejemplos...
Días pasados, discutíase en nuestro
Parlamento el salario mínimo y se pre-
sentaba como ejemplo un presupuesto de
familia obrera. Ni el orador ni sus cole-
gas se percataron que no basta presupues-
tar ropas y calzados para el padre...
k MUJER URUGUAYA RECLAMA
que la- mujer también necesita ropas y
abrigo . . .
Traigo a colación este detalle trivial,
porque es profundamente sintomático :
falta el punto de vista femenino, falta el
sentir femenino, en una palabra, falta en
la preparación de nuestras leyes la cola-
boración de la mujer.
En la administración del Erario esta*
mos excluidas, pero no dispensadas de las
cargas económicas que lo alimentan. Los
rubros que nos interesan quedan siem-
pre postergados a los intereses de la po*
blación masculina. Las necesidades so-
ciales que sentimos en nuestra propia car
ne, que nos lastiman el alma, quedan li-
bradas a la buena voluntad o al tibio in*
terés de los hombres... ¡hasta en las cues-
tiones de asistencia, al hacer la distribu-
ción se establecieron diferencias!... Una
escuela educacional para los varones de-
lincuentes o abandonados... Para las
ninas... el hacinamiento y la promiscui*
SUS DERECHOS POLITICOS
dad infectos de un asilo insuficiente...
“¡¡No hay dinero para más' 1 ”
Y sin embargo, la riqueza pública, nos -
otras contribuimos a formarla, como núes*
tros compañeros. Como ellos, 'damos rendi-
miento de trabajo y energía, ti-abajo que
es riqueza... ¿Qué es el capital sino ira*
bajo acumulado?
iComo ellos, damos esfuerzos y energías,
lo mismo en la labor modesta y sin em-
bargo necesaria del hogar, como en el tra*
bajo manual o cerebral de la oficina pú-
blica, del taller, de la fábrica, del estu*
dio, de la enseñanza. . . y damos en más
otro trabajo, más duro y más penoso, no
reconocido y no apreciado por los econo-
mistas que legislan, pero tan grande, tan
potente que es la fuente misma de la ri-
queza nacional: Los hijos!
Rendimiento social que damos en bra-
zos productores, capital que forjamos en
nuestras propias visceras al precio de fa-
tigas y de esfuerzos tales, que sólo pue-
40
LA MUJER URUGUAYA RECI
de aquilatarlos ella misma : la madre I
El reciente Congreso de la C. G. T.
francesa (Confederación General del Tra*
bajo) acaba de declarar que la materni-
dad debe ser considerada como una fun -
ción de estado y ser retribuida en conse-
cuencia.
Un partido político uruguayo ha im-
preso en su carta orgánica que la mujer
madre merece bien de la República . . .
¿Cómo? Desposeyéndola de todo iderecho,
colocándola en un rango inferior al beo-
do, al proxeneta o al vagabundo, — que
esos, — conservan los suyos; excluyén-
dola de la vida política junto con los pro -
cesados y los criminales.
Situación curiosa la de la mujer uru-
guaya 1
La propia Constitución de la Repúbli-
ca la excluye terminantemente de todo
cargo en la Administración Pública, de
todo empleo oficial. Desde la maestra
llamada por Yarela a desarrollar su
SUS DERECHOS' POLITICOS
41
magna reforma (educacional, desde la*
dactilógrafa o la auxiliar de Correos
liasta las que desempeñan altos eargos
en la enseñanza universitaria y normal
y las que son o fueron Miembros de los
Consejos Autónomos, todas, estamos vio-
lando descaradamente la Constitución, y
antes que nosotras la violaron aquellos
que para tales cargos nos designaron.
Se ha pretendido dar un giro legal a
esta situación extrañamente curiosa en
que se halla colocada la mujer en la
Administración Pública y con un juego
de palabras se ha torcido la letra expre-
sa de la carta constitucional, confun-
diendo el concepto de ciudadanía con el
de nacionalidad. El texto constitucional
es sin embargo de claridad meridiana :
El Art. 11 establece que “los ciudadanos
son los llamados a los empleos públi-
cos.”
Si el articulo 11 emplea el término ex-
preso de ciudadano, el artículo 9 dá a la
42
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
palabra su alcance constitucional dicien-
do: “todo ciudadano es miembro de la so-
beranía de la Nación: Como tal es elector
y el e g%ble”.
La mujer uruguaya ni es ni puede, ac~
tualmentfi, ser ciudadano !
Señoras: Mis compañeras en este acto,
os dirán, cada una desde un punto de
vista parcial, — que así lo hemos concer-
tado, — la necesidad de que la mujer,
llamada a la labor fuera del hogar, en las
actividades diversas de la vida y en los
diferentes cargos de la Administración
Pública, tareas muchas donde es difícil-
mente sustituíble con ventajas; mis com-
pañeras, os dirán cuán necesario es
para la mujer encontrarse en las condi-
ciones legales determinadas por la Carta
(Constitucional de la República y esta-
blecidas por los artículos mencionados.
A vosotras señoras mías, que en más
de una ocasión miráis con indiferencia
sus
DERECHOS POUITICÍ
este magno problema, o que irreflexiva*
mente repetís argumentos falaces, yo os
ruego que meditéis hondameute las pa*
labras que oiréis de nuestras compañe-
ras... y os convenceréis que la cuestión
de los derechos políticos femeninos, en-
cierra má3 graves preocupaciones que el
simple hecho de votar o no votar.
Señores: En estos últimos tiempos los
partidos políticos que comparten la Re-
presentación Nacional se han declarado
unánimemente, en el Consejo Nacional de
Administración, en el Parlamento, en la
Prensa, en las plataformas electorales, fa -
vorables al reconocimiento de los d'eie*
chos políticos femeninos.
El Consejo Nacional de Administra-
ción ha pasado un Mensaje a la Asam-
blea General pidiendo el voto femenino.
El Ar. 10 de la Constitución establece
la fórmula que habrá de reconocerlo-
¿Qué se espera para proceder?
44
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
¡Habremos de creer que existe en rea*
lidad un recelo secreto en los Partidos
respecto a las consecuencias que pudiera
acarrearles la incorporación del electora*
do femenino desde el punto de vista de la
preponderancia política que cada uno
pretende pax*a sí?
Conspicuos miembros de estos partidos
han declarado que no hay tal. La prensa
que les responde lo ha repetido.
¡Por qué demorar entonces y darle
largas en las iComisiones y encontrar mil
obstáculos para sancionar una ley que
todos a una han reconocido necesaria y
justa ?
¡ A qué secretas preocupaciones respon-
de ese compás de espera inexplicable?
¡A que se debe esa falta de resolución en
el momento mismo de decidir?
Señores Legisladores, mandatarios de
vuestros partidos políticos, queremos te-
ner confianza en vosotros... y en ellos !
en la sinceridad de vuestras palabras...,
SUS DERECHOS POLITICOS
45
en la lealtad de vuestros procederes... 1
La hora de las declaraciones ha trans-
currido ya... ha llegado el momento de
la acción!
Tenemos los ojos fijos en vosotros, y
en la intimidad de nuestras conciencias
abiertas a la reflexión, mientras os escu*
cbamos decir y os miramos proceder. . .
Os estamos juzgando!
Recogemos vuestras lecciones y vues-
tros ejemplos para sernos guía en la ho-
ra futura, esa que inevitablemente lle-
gará.
Señoras, Señores: Como el 25 de abril
de 1917, el día de hoy señala una fecha
histórica en los anales de la Nación Uru-
guaya.
En asamblea solemne, once mujeres
que hemos producido ya nuestra compe-
tencia en los distintos campos de la acti-
vidad humana, venimos aquí, en repre-
sentación de miles de nuestras compañe*
46
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
ras, a proclamar nuestros derechos no re*
conocidos por una legislación hecha por
hombres, y a reclamar públicamente la
parte que nos pertenece en la Soberanía
nacional.
Doctora Paulina Luisi.
Relatora por laa Asociaciones feministas del
■Uruguay — Profesora de Enseñanza Secundaria»
Gestiones ie tas aeoeiaeiamee fetm*
metas par loe derechos de la mv-
¡er. —
l csx detallada relación de 1 a* gestiones
qo.- el Conaejo N. de Mujer» del Cru”
gu.iv y U Ai xa tu* l'ru guaya de Mujeres
han realizado, siempre que ar ha písate*'
do el problema de los derechos polmeo*
y civiles de 1* mujer no* ¿amostrará que
•» incierto lo que macho* afirman: que
iss uruguaya* no queremos ios derecho*
qur los Poderes Público* quieren regalar
Oo*.
KI 21 <!*• abril de 1^17» cuando la Asan-
ble* Constituyente planteó, por tntena*'
dio de 1* delegación socialista, «I pro-
blema del sufragio femenino, el Comité
Ejecutivo de nuestro Consejo, convocado
urentemente, resolví* hablar y plantear
lo LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
la situación de una manera decisiva y ter*
minante, presentando una nota a aquella
H. Corporación, declarando que la mujer
uruguaya aspira al reconocimiento de sus
derechos.
La premura del tiempo no dio lugar a
reunir más de 54 firmas, pero entre ellas
figuraban las firmas de las presidentas o
delegadas de las asociaciones afiliadas al
Consejo, lo que suponía unos cuantos
centenares de mujeres. (Nota del 25 de
abril de 1917).
En diciembre del mismo año. realiza el
Consejo una asamblea pública en uno de
los salones de la Universidad de Mujeres*
cedido para sus sesiones, presidida por la
señora Carmen Cuestas de Nery, presi-
denta de la Comisión de Sufragio, acora*
panada de la Presidenta de la Institución
doctora Paulina Luisi. de la secretaria
doctora Beretervide y de las señoras Cata
Castro de Quíntela. Emilia E. de Gallar-
do y Herminia M. de Brito Foresti.
SUS DERECHOS POLITICOS
En esta asamblea, que fue numerosísi*
ma, se comenta el artículo de la nueva
Constitución y se exhorta a las asistentes
y a las mujeres en general, a que insistan
en sus reclamaciones y a que no abando-
nen la lucha hasta llegar a la conquista
definitiva de la ciudadanía.
Después del éxito de esta asamblea el
Consejo intensificó su acción de propa'
ganda en favor del sufragio, exteriorizan-
do en cada caso su anhelo de justicia.
En febrero de 191S fueron proclama*
dos los derechos políticos de la mujer en
Inglaterra. Conocida la buena nueva,
nuestro Consejo se asocia al regocijo de
las mujeres inglesas, expresando su sen-
tir en notas y telegramas a las asociado*
nes de Inglaterra y al señor ministro de
la Gran Bretaña, quien la remite a su
gobierno y luego entrega personalmente
la respuesta en la secretaría del Consejo.
Para hacer resaltar esta victoria femi
Inista se publica un manifiesto, en todos
52
La jvjujuR
URUGUAYA RECLAMA
los diarios de la 'Capital y diferentes
miembros de la Directiva publican en di-
ferentes diarios artículos sobre este acón
tecimiento-
■El 2S de febrero del año IMS, en el ac-
to recordatorio, que tomó las proporcio*
nes de un funeral cívico, en ¡honor de Héc-
tor Miranda, el Consejo resuelve concu'
rrir en corporación a colocar una modes-
ta placa de bronce en la tumba del ciuda'
daño feminista, con esta inscripción
“En honor al primero de los legislado-
res uuguayos que proyectaron el recono'
cimiento de los derechos políticos de la
mujer.’'
En esc mismo año tuvo lugar el Oon-
•greso contra el Alcoholismo, y la Comí*
«ióji reopoetiva envía un estudio suma-
mente documentado oMerjto por la docto*
rn l'aullrm l/uíai, y titulado "tai laudui
contra el alcoholismo y el sufragio feme-
nino”. Este tralmjo publicado en la “Ite"
vista Argentina de í'ioiieins l’iilftieiis’',
blema del sufragio femenino en un con*
greso constituido en su inmensa mayoría
por nujeres.
Era la primera vez que el (Consejó, en-
trabaren debate público sobre el gran pro"
blema de los derechos políticos de la mu-
jer.
El rema provocó tanta resistencia que
hasta hubo oposición para que fuera con"
siderado. Sin embargo después de una
lucha tenaz 'durante toda una sesión ’del
Congreso se obtuvo un brillante triunfo a
favor del sufragio de la mujer.
En jimio de ese mismo año, bajo los
auspicios de las Comisiones de Sufragio,
Prensa y Propaganda, presididas respec-
tivamente, por las señores dv Nerv, de Po*
Uovi y de Quintóla, tuvo lugar una nume-
rosa asamblea.
1.a seimva Wnny Carril de Pollo r i pr\v
clamo las siguientes conclusiones ;
54
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
1.0 Aunar esfuerzos para favorece/ la
evolución del feminismo y las reivitnioa*
ciones de la mujer encaminadas a sj to*
tal emancipación.
2.0 Instruir a la masa de mujeres jobro
los deberes domésticos y sobre la nícesi-
dad de Ligas que dirijan la opinión íeme*
'4/s Preparar a la mujer a cumplir dig*
rameóte cu iuíuro papel en la sociedad
política.
4.0 Exponer a los Poderes Públicos las
reivindicaciones sinceras de todo an sexo
con el fin de obtener el derecho de sufra
fglO.
En Diciembre de 1918 se organiza en el
Ateneo la primera conferencia pública
sobre derechos políticos femeninos, a car-
go de la doctora Paulina Imisi. Impresa
en nuestra Revista Social y titulada "Mo-
vimiento Sufragista’’, esta conferencia
nos ha sido solicitada frecuentemente para
servir de documentación y fue solicitada
SUS DERECHOS POLITICOS
66
por algunas asociaciones feministas argén*
tinas para ayudar su propaganda, siendo
invitada su autora a repetirla en Buenos
Aires y algunas Provincias argentinas.
En el año 1919 la doctora Paulina Loi-
si, Presidenta del Consejo expuso en con*
vicción de que había que constituir un or
ganismo más para que nuestro país pudie-
ra ser incorporado a la Alianza Interna
cional para el Sufragio femenino, la gran
asociación que, junto con el Consejo In-
ternacional de Mujeres comprende en
su seno a todo el feminismo mun-
dial seriamente organizado. Aceptada
la idea, nació del Consejo la Alianxa
Uruguaya de Mujeres.
Eu todos los países se conoce la acción
de nuestras Instituciones feministas, y
de todas partes llegan cartas y telegra-
mas que nos alientan.
iLos hombres de Estado, han favorecido,
más de una vez nuestra labor en pro de
los derechos integrales.
66
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
En lítt© el doctor Viera, Presidente de
la República, presentó al Cuerpo Legis-
lativo, un proyecto de ley reconociendo
para la mujer el derecho al voto activo y
pasivo en materia municipal y muy opor*
tunamente, la Alianza Uruguaya para el
Sufragio Femenino en unión con el Con-
sejo de Mujeres presentaron una nota a
la H. C. de Representantes solicitando se
discutiera sin dilación este proyecto fir*
mado en mayo del mismo año.
Eu 1020 se dirige una nota acompañan*
do el siguiente proyecto de ley.
“La elocuencia de un antecedente
tau auspicioso para las reivindicaciones
femeninas, induce al Consejo Nacional de
Mujeres del Uruguay y a la Alianza Uru*
guaya para el Sufragio Femenino, a sus
Comisiones autónomas y a las sociedades
afiliadas, a impetrar de ese alto Cuerpo,
si es que se sirve prohijar con la autori-
dad de su ilustración, la sanción del si*
guiente
IUI DERECHOS POUTICO»
fT
PROYECTO DE LEY
Kl Senado y la Cámara da Represen-
tantes d« la República Oriental dal Uro*
juay, reunido# en Asamblea Gc&nraL
DECRETAN
Artículo l o A eontar desde la fecha,
Las mujeres m ay oro de 20 silos podrán
rotar en Las elecciones de gobierno# lo-
cales, siempre que se inscriban en padro*
sea especiales que llevarán Las Cotnnnaa.
con todas las formalidades exigidas por
la ley para el Registro Cívico Permanen-
te y los plazos y fechas fijado* par-», la
formación de éste- La calidad <he elector
comprende la de ser elegible para los
cargos rotados.
Art. 2.o A eontar de dos años de la
promulgación de esta ley, podrá la mujer
sufragar en las elecciones para los euer*
53
LA MUJER URUGUAYA RECLj
pos legislativos y demás corporaciones
electivas, como también para la Presiden-
cia de la República. A este fin la depura*
ción de los padrones se practicará conjun*
t amente y con los mismos trámites que la
del Registro Cívico Permanente.
Art. 3.o Comuniqúese, etc.
¡Con este motivo nos es grato saludar
al señor Presidente con nuestra más dis*
tinguida consideración.
Paulina Luisi, Presidenta del Consejo
Nacional de Mujeres — Lira Bruna de
Delgado, Vicepresidente de la Alianza
Uruguaya para el Sufragio Femenino —
Fanny Carrió de Polleri, Secretaria Ge-
neral de la Alianza Uruguaya para el Su*
fragio Femenino — Cata Castro de Quín-
tela, — Adela Rodríguez de Morató, Por
la Comisión de Sufragio — Emilia E. de
Gallarda, Presidenta de la Comisión Tra
ta de Blancas - Herminia M. de Brito Fo*
resti — Hayd'ée B. de Brignole, Presiden*
ta de la Comisión de Higiene — Juana
sus
DERECHOS POLITICOS
Pereyra, por la Comisión de Trabajo
Elisa V. de Arangu.rcn. Presidenta de la
Comisión Paz 7 Arbitraje.
Pero, al año siguiente, al tratarse en la
Cámara de Diputados la organización d*’
los Gobiernos Locales, la Comisión do
Legislación, a pesar de los votos favora-
bles de tres de sus miembros, rechazó el
provecto.
Todas estas derrotas, en lugar de ha*
cernos desistir, en lugar de debilitar
nuestros bríos, han redoblado nuestras
energías, y no hemos perdido ocasión de
intervenir ante los Poderes Públicos y de
*
trabajar en todas formas en la persecu-
ción de nuestro propósito.
En 1921, por iniciativa de la señora
Fanny Carrió de Polleri, se gestiona la
admisión .d!e la mujer en la integración
de los Consejos de carácter consultivo.
En los años sucesivos, bajo la presiden-
cia interina de la doctora Isabel Pintos de
Vidal y lnego por la de las que fueron
60
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
presidentas efectivas, señoras de Gallardo
y de Quíntela, se organizaron nuevamen
te las conferencias y lecturas feministas
que tanto éxito tuvieron al principio de
nuestra organización contando con la
colaboración de gran número de personas
ilustradas, que se ocuparon, principal*
mente, de la misión de la mujer en la socie
dad presente y del papel que le reserva
en lo futuro.
Además se dictaron muchísimas confe-
rencias de propaganda cívica en los cur*
sos nocturnos para adultos y en institu-
ciones particulares.
El más eficaz de los medios de difusión
y propaganda con que han contado la
Alianza Uruguaya y el Consejo de Muje-
res, ha sido la revista “Acción Femeni*
na" fundada a iniciativa de la doctora
Paulina Luisi que la dirigió y redactó
durante varios años. Por su seria direc-
ción contribuyó a hacer conocer nuestra
labor, nuestras luchas, nuestras d'ecepcio*
SUS DERECHOS POLITICOS
61
nes y nuestras esperanzas,
jeres del mundo que se afa|
zar los mismos ideales.
El canje con las revistas y periódicos
mundiales del mismo género lia sido un
lazo más entre el Viejo y el Nuevo Mun-
do ilustrado. Su documentación bastaría
para escribir la historia detallada del mo*
vimiento femenino en todas sus manifes-
taciones pues el programa que ha regido
nuestra acción, no se circunscribe a los
derechos de la mujer, sino que compren*
de todos los problemas morales y socioló-
gicos que están en el tapete de los mora*
listas y de los filósofos del momento.
i . estos últimos años se ha intentado
varias veces interesar a los Poderes Pú-
blicos del Estado en los problemas de me*
joramiento social, y, cuando la Asamblea
Representativa Departamental envió un
mensaje al Cuerpo Legislativo solicitando
el otorgamiento del derecho al voto en
materia municipal, acompañamos este
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
movimiento con una nota y con nuestra
presencia en las sesiones de la Asamblea,
que se dedicaron a discutir este punto.
Otras muy diversas fueron las iniciati-
vas y gestiones del Consejo y la Alianza
)ero contando con muy limitado tiempo
para hablar debo terminar esta reseña,
recordando a mis amables oyentes que
en el momento en que debíamos entregar
una nota a la Comisión Pro Centenario,
solicitando se incluyera en su programa
el estudio y el otorgamiento de los dere*
cho políticos femeninos, la Alianza Uru-
guaya recibió expresiva nota de exhor-
tación en este sentido, de la Alianza I.
de Mujeres dirigida a las autoridades del
país y que entregamos personalmente al
Presidente del Consejo N. de Administra-
ción.
Esta Asociación mundial realizó, como
es notorio su ll.o Congreso Feminista, ce-
lebrando los veinticinco años de su fun-
SUS DERECHOS POLITICOS
dación en la ciudad de Berlín, en uunao
del año que corre.
Estaban allí representados 4ó paiaes,
en cada uno de los cuales existe por lo
menos una Asociación pro sufragio. La
Alianza Uruguaya de Mujeres, que es la
rama uruguaya de aquel Organismo In-
ternacional estaba representada por su
Presidenta la doctora Paulina Luisi. ele-
gida por 3-.a vez» para formar parte del
Comité Directivo Internacional.
En una de las sesiones dedicada a la
cuestión sufraigio y al análisis de las ven-
tajas de la intervención de la mujer en
las diferentes actividades sociales y a su
influencia moralizadora. se resolvió en"
viar la exhortación a que hago referencia,
dirigida a las autoridades de todos los
países que aun no han concedido el voto
femenino, rogando se estudie el problema
y se resuelva favorablemente sin mayor
demora.
Inmediatamente después de enviar esa
64
l.A MUJER URUGUAYA RECLAMA
comunicación al C. N. de Administración,
nuestras Instituciones remitieron una so-
licitud llena de conceptuosos argumentos,
a la H. Cámara de Representantes que
fué leída en la primera sesión.
La reacción, halagüeña ya para nosotras
que esas dos notas han provocado en los
Poderes Públicos y en la sociedad en ge'
ncral nos han alentado para proseguir en
la lucha, a cuyo Tin hemos organizado
este acto, exponento do algunos do
los valores reales de nuestro sexo en el
Uruguay.
Corno ha podido verse por todo lo ex-
puesto, hace ya tiempo que un núcleo do
mujeres destacarlas de nuestro país, ha
manifestado claramente sus aspiraciones
de justicia y ha luchado para que esa jus*
ticia sea un hecho.
Ha sido un grupo reducido, es cierto,
pero nos regocija constatar que actual-
mente somos ya muchas las que pensamos
del mismo modo. Hace al/gunos años que,
SUS DERECHOS POLITICOS
65
en nuestro medio, para hablar de derechos
políticos o civiles de la mujer, había que
hacerlo casi en secreto: el prejuicio social
condenaba y despreciaba a la que se atre*
viera a manifestarse partidaria de ellos;
la burla y el ridículo eran el premio in-
mediato. Pero de.; 1 .' que la mujer, desa'
fiando prejuicios y arrasando añejas ideas
ha ido poco a poco haciéndose tan ca*
paz como el hombre en su potencia inte'
loe t nal: desde que ha ido conquistando
poco a poco posiciones, úuuvvsiMes antes
pava ella, no ha podido menos de recono-
cerse como una fuer*.:) social, y por ende,
ha debido sentir la necesidad de poner su
talento, sus virtudes y sus cuerudas al
servicio de las causas buenas: quiere lu*
ehar por ella, cuya situación ante la¿ le-
yes los hombres no han querido mejorar;
quiere emplear su exquisita sensibilidad
en favor de los derechos del niño ; y quie*
re contribuir con equidad al bienestar
futuro del hombre, ya que no es posible
66
t A MUJER URUGUAYA RECLAMA
encarar ningún problema trascendental
sin esta alta finalidad: el bien para to-
dos.
Y este de boy es un momento liistó-
rico, en que la mujer uruguaya le-
vanta nuevamente su voz en un acto
público, en esta misma sala do conferen-
cias de la Universidad de la República,
donde sonó la voz de la Asamblea que re-
formó la Constitución, cediéndonos en
rila una migaja dv lo que legalmente nos
pertenece, al dejar escrito en el artículo
10 lo que todos conocemos: “El reconoci-
miento del derecho de la mujer al voto
activo y pasivo en materia nacional o
municipal, o en ambas a la vez sólo podrá
Rcr bocho por mayoría do dos tercios so-
bre el total do los miembros de cada una
de las Cóma ras’ \ Si hay posibilidad do
reconocimiento es porque Imy existencia-
queda pues, tácitamente reconocido nues-
tro derecho - no será muy difícil llegar a
su otorgamiento a pesar rio exigirse para
SUS DERECHOS POLITICOS
67
ello el voto de las dos terceras partes de
cada una de las cámaras.
Y digo que no será difícil, porque lo
que ayer fue una solución conciliatoria,
vna simple transacción de unos pocos, es
hoy el deseo de una gran mayoría entre
les hombres de buena volunta .i. Ya no
se discute; solo Mta ceder.
Oreo no pecar de etteesivarurme opi>
mista. ni afirmar qv.e no f-srá Vosr.o el
di.v on que sonriamos plácidamente ni ro'
cerdnr que so hayan tenido lamas dudas.
quo so haya ton id o tanto miedo do conce-
cíor un derecho legítimo, cuyo poco no ha-
brá producido ninguna catástrofe social,
ni provocado ningún desequilibrio econó-
mico.
Carmen Onetti .
Leonor fiourticou
Trímera mujer miembro de la Comisídu de lastnie-
cldu Primarla de MoateTideo. — Directora ea la
Escuela Normal. — Delegada de la Sociedad de
Pedagogía
La mujer en la enseñanza —
Señoras, Señores: Mi presencia en es*
ta sala, mi participación en este acto, sor-
prenderá a muchos (tal vez me haya sor
prendido a mi misma mi decisión de to*
mar la palabra). En efecto: yo nunca al-
eé con mis manos la bandera de las rei*
vindicaciones femeninas; yo siempre sos-
tuve. y sigo sosteniendo que creo que la
mujer necesita apoyarse en el hombre,
que es el más fuerte de los dos, y que es-
ta relación me parece tan natural, que
sufro cuando creo constatar debilidades
en el hombre, que no condicen con su
energía viril, modalidades en la mujer
que chocan con los atributos que le son
propios,
¿Por qué estoy aquí pues, hoy?
Porque se me ha pedido que haga cono-
72 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
cer públicamente mi opinión sobre ese
problema ; porque la labor que en mí han
sufrido mis ideas sobre el feminismo
(obra de una evolución que por no haber
sido provocada artificialmente- es menos
sospechosa de snobismo) llegó a rebasar
los límites de aquella zona que no impo*
ne sino pasividad y tomando todos los
caracteres de esas ideas fuerzas que en-
gendran el dinamismo de la acción, me
impuso el deber de romper un silencio
que podría parecer aquiescencia a tesis
que no comparto. Por eso he venido.
Vengo, trayendo el saludo de la mu-
jer de una época que declina, a la mujer
de una época que empieza a vivr. Vengo
trayéndole, junto con el recuerdo de los
tiempos idos, la herencia del presente» ri-
co en promesas y rico en realidades.
Desde la posición en que el tiempo me
ha colocado, contemplo hoy un ilimitado
horizonte y quiero hacer partícipes a
sus
DERECHOS POLITICOS
mis hermanas más jóve
espirituales, del magníi
Por allá, por entre las de occi*
dente, se esconden los tiempos d*e Isabel
la Católica, de Juana de Arco, de Catali-
na de Rusia, de Catalina de Médicis, de
Isabel de Inglaterra. Ellas, astros de pri*
mera magnitud, brillan aún, como si su
luz, cual la de las estrellas que en los cie-
los se han apagado hace miles de años,
nos alumbrara aún, mucho tiempo des*
pues de que la muerte les diera destino
ignorado.
A su lado ... ni el polvo de esas nébu-
las que el telescopio más potente aun es*
tá por descomponer en sus unidades. No
hay mujeres. Nada acusa su individuali-
dad. Han vivido oscuras, austera, serena
o licenciosamente su destino. Fueron hi*
jas, fueron hermanas, fueron madres de
¡hombres. El hombre las absorbió porque
su evolución fué más rápida que la de su
compañera. Esta permaneció en la infan-
74
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
«ia, mientras aquel llegaba a la edad vi*
ril.
La tiranía del más fuerte, que dio ori-
gen a las instituciones monárquicas, si
no pudo impedir que muchos hombres de
oscuro origen, rompiendo los moldes
estrechos que los aprisionaban, conquis*
taran posiciones de excepción, mantuvo a
la mujer en una órbita cuyo centro pare-
cía definitivamente ocupado por el hom-
bre. i !
Ahora, de por allá, de entre las bru-
mas del ocaso, parecen querer yolver al
presente dejando su investidura guerrera
y modernizando su política, las heroínas
de otras épocas, mientras por oriente aso-
man nuevas constelaciones. Mas no son
nébulas irreductibles las que las acompa-
ñan: la democracia, que favoreció la evo-
lución de la personalidad masculina, no
ba dejado de producir como de rechazo
sus efectos sobre 'el elemento femenino, y
la mujer que sobrepasa en su actividad
SUS DERECHOS POLITICOS
los límites aquellos que le impusieron sus
deberes de ama de casa, no es ya hoy una
excepción, sino la regla general.
Y no podría ser de otro modo : la civi-
lización al marchar con una velocidad in*
creíble» desplazó de la casa familiar, pri-
mero las actividades del hombre, para ha*
cer luego casi otro tanto con las de la
mujer, y ésta, en cambio, debió intensifi-
car su preparación intelectual para po*
nerse a tono con la época, para ser digna
esposa de un hombre, no ya guerrero, si-
no cultor de las letras, de las ciencias u
obrero instruido por la asistencia escolar
o por la propaganda de asociaciones, pe*
riódicos y conferencias. Bebió intensifi-
car también su cultura, para ser madre
en cuerpo y en espíritu de los hijos naci-
dos para un destino superior.
Y así, una misión nobilísima se creó pa-
ra la mujer como el mejor sustitutivo o
complemento de su papel de reina del ho-
gar: el ejrcicio del magisterio. Fué así co‘
'76
l-A MUJER URUGUAYA RECLAMA
mo -empezó a intensificarse la dedicación
de la mujer a la enseñanza.
¡Enseñar! ¡Qué placer enorme se ex-
perimenta cuando se ve cómo gracias
al arte que se pone en ello, la tos-
quedad se transforma en armonía, la
aridez en fecundidad, el germen ra-
quítico y mezquino en arbusto fuer-
te y promisor, o cómo el pequeño ser
privilegiado por la herencia se desen-
vuelve libre de trabas y presiones que
pudiera torcer el destino que le fija la
propia naturaleza 1
Pero, la mujer maestra no puede ser
por siempre jamás una simple ejecutora
de planes concebidos por cerebros mas-
culinos ; ella exige que se le permita in-
tervenir con el fruto de su experiencia o
el de su mayor comprensión de los pro-
blemas relativos a la niñez, en lo orienta-
ción de la enseñanza, ya desde los insti-
tutos directamente encargados de ello..
sus DERECHOS POLITICOS
ya desde las bancas do la representación
nacional.
Y que hace falta allí, lo dicen clara-
mente los hechos. ¿Por qué duermen to*
davía esperando sanción, proyectos de re-
glamentación del trabajo de las mujeres
y de prohibición del trabajo de los ni*
ños? ¿Por qué cuesta tanto conseguir la
modificación de la Ley de Educación Co-
mún de 1¿8S2, apenas corregida por leyes
posteriores en limitadísimos aspectos?
En 47 años que aquella tiene de existen-
cia no encontraron los varones tiempo ni
fórmula oportunos • para modernizarla,
poniéndola en el mismo plano que las de-
más leyes sociales?
Es que el hombre no ha podido sentir
tan bien como la mujer el problema de ls
enseñanza primaria. Es que el hombre
adulto está mucho más lejos del niño cine
la mujer.
Es que en ésta, siempre hay juventud
para convivir con el niño, intuición para
78
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
sentirlo, cerebro para pensar por él y
en él. . - |
¡Es que el principio de la especializa*
ción de funciones reclama a la mujer pa-
ra la integración >d'el Parlamento, a fía
de que los problemas educativos relacio*
nados con la infancia sean tratados por
quienes por esencia llevan en sí la voca-
ción para estudiarlos y resolverlos con
acierto y a quienes no se les puede negar
capacidad para ponerse intelectualmente
a la altura de ese cometido, aunque quie-
ra negárseles el que ya estén preparadas
para ello.
Es asombroso el abismo que existe en-
tre lo que se ha progresado en materia
de enseñanza secundaria y superior, en
materia económica y social y lo poquísi*
mo que se ha legislado con respecto a la
instrucción primaria. Es más: las tentati-
vas de reforma a esta última parecen re-
sentirse de la falta de seguridad que da
el conocimiento pleno de lo que ello debe
SUS DERECHOS POLITICOS
ser, por lo cual vemos que se pretende
ducir cada vez más su campo, liasta el
punto que ja se piensa en restarle un año
para entregarlo a la escuela prevocacio'
naL derivación o antesala de la Enseñan-
za Secundaria, después de haberle resta*
do varios, reduciendo el minimun de edad
para ingreso a aqulla.
Urge llevar al Parlamento a la mujer
para que haga oír oportunamente su voz
siempre que esté de por medio el porve-
nir de la Escuela Primaria; para que
oponga sus argumentos, a los de los que
por estar muy lejos del niño no lo ven
con sus verdaderos atributos o para que
refuerce con su voto inspirado en la Cien*
•cia v en la experiencia el voto de los
hombres qne abarcan bien el probl ema
educativo.
No pedimos ese derecho para conquis-
tar posiciones con fines de lucro o de
ambición; bien sabemos que las cargas
que nos echaremos sohre las espaldas se*
80 LA fflUJER URUGUAYA RECLAMA
rán más que los laureles con que ador-
paremos nuestras frentes.
¡Pero, ha llegado ©1 momento histórico
de afronta^ esa nueva misión.
Que llegue en buena hora. Culmi-
nan ya ©n nuestro cielo las estre*
lias que marcan rutas; otras aparecen
por el Oriente, mientras desde allá, desde
el ocaso parecen querer volver a nuestros
días las heroínas de otras épocas. Pero
no volverán; no pueden volver: su era
ha terminado.
Yo, desde la posición en que el tiempo
me ha colocado, saludo a éstas rindiendo
en ellas homenaje a los tiempos de la con-
quista guerrera, del predominio de la
fuerza armada, del reinado de la astucia
y la fiereza, porque fueron las que prepa-
raron el advenimiento de una época me-
jor.
En ésta que se inicia, salud'o con to-
das mis simpatías a la mujer que, sin per
der su feminidad, antes por el contrario,
SUS DERECHOS POLITICOS
81
dándolo una armonía de formas que no
sospecharon las generaciones pasadas,
quiere que se crpandan en su propio ser
las flores del corazón y las del cerebro
para que ellas en conjunción con las del
espíritu masculino den los más óptimos
frutos.
Paso a ellas.
Leonor Hourticou.
1
Cristina Dufrechou
Ex-Miemoro del Consejo de Enseñanza Primaria y
Normal. — Primera M'.jer Inspectora de Escuelas
del Departamento de Hontex ideo.
Evolución económica de la mujer
Señores :
Dotadas de un gran sentido práctico,
las mujeres del Uruguay, en estas últi-
mas décadas., han seguido la evolución de
su época, capacitándose para colaborar
en todos los órdenes de las actividades
económicas, sociales y políticas.
Han desenvuelto su personalidad en
las técnicas científicas, egresando de las
Facultades Superiores o bien de las aulas
normales, con excelentes valores para
ejercer con éxito sus profesiones. Algu-
nas de las que revelaron condiciones su-
periores de intelecto e iniciativa, pasaron
a ocupar cargos de responsabilidad en
las Corporaciones nacionales y departa*
mentales de Instrucción Pública, en la
86
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
Sociedad de las Naciones como Delegadas,
en el Decanato de la Universidad de Mu-
jeres, desde su fundación, en las aulas li*
cales y docentes, en las Clínicas de los
hospitales, en las Asociaciones de protec-
ción a la infancia y en las Ligas de tenr
planza.
Muchas otras, a quienes las dificulta
des de la vida apremiaron para afrontar
las responsabilidades de su hogar, se in-
corporaron a la Administración Pública
para ocupar er. los Ministerios y sus de-
pender ras. en los Bancos nacionales y
estron.i-r:- ,-n las Oficinas de Coi-reos y
Telégrafos, ios cargos de Jefe de Sección
y de Aun i lia res. con igual pundonor y
competencia, que ios demás funcionarios
hombres-
Para algunas decenas de jóvenes, cu-
yos padres se han enriquecido en la in-
dustria o en el comercio, hay millares y
millares de mujeres en el país que deben
¡a su instrucción y a su emancipación re-
SUS DERECHOS POLITICOS
8
lativa, la satisfacción de ganarse digna m
noblemente su vida. No hay barrera
prejuicios, Que su tenacidad* y valor no
haya franqueado, en el cuadro actual de
la sociedad, que se estabiliza sobre la
igualdad de los sexos en su acción inte-
lectual.
Es del dominio de tocios, que en el co-
mercio, la mujer ha adquirido lugar pre-
ponderante, ya en la dirección de sus li-
bros o en el detalle d • sus ventas.
Con virtualidades artísticas, otra élite
de mujeres, nos revela una emotividad
original y talentosa, en sus obras litera-
rias y musicales.
illas, sobre estas actividades moder-
nas, la enseñanza sigue siendo el
campo fecundo de acción de las que
consagran con fe y entusiasmo su vi-
da, a tonificar y ampliar las cualidades
de la raza. La escuela extiende cada vez
más su esfera de influencia sobre la mu*
88
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
jer, cautivada por sus ideas, sus aspira*
dones y sus ideales de educación.
Los hechos lo constatan: el profesora*
do de las escuelas públicas y privadas de
toda la República, alcanza a 4.000 muje-
res que constituyen los nueve décimos
del personal enseñante.
Mañana se irán duplicando, triplican-
do, en vigorosa renovación. Sobre las dos
mil que asisten a la Universidad de Mu-
jeres y al Instituto Normal de Señoritas,
se desplazan otras millares de estudiantes
libres en las Bibliotecas y Museos, que
¡confinarántambién al profesoraJdo- Acaso
su número y su gran concurrencia las obli-
gue a dispersarse más tarde por falta de
cargos, pero en la cultura adquirida, en*
centrarán otras tantas direcciones para
poner a prueba .su espíritu, en el ejercicio
de actividades afines. ¿Que adaptación
nueva d'e su feminidad no serían capaz
de realizar las mujeres para incorporarse
a las actividades del mundo moderno?
SUS DERECHOS POLÍTICOS
89
No quedan ya instituciones en nuestro
país donde la mujer no preste la colabo-
ración de sus aptitudes. Y aunque no he*
mos llegado, como en la Rusia soviética,
a enrolar las mujeres en la policía, su ac-
tuación en la Sanidad Militar y en la In*
tendencia del Ejército les adjudica los
grados del escalafón militar.
El contagio del trabajo gana todas las
clases sociales y como los 20.000 obreros
que trabajan en la producción de nues-
tros talleres y fábricas toda la jornada,
las jóvenes de posición desahogada co-
laboran en las obras sociales de benefi*
cencía, sin dejar entorpecí' la fineza de
sus espíritus, por una enervante ociosi-
dad.
Una gran transformación moral ha se-
guido a esta generalización del trabajo
en deber, adquiriendo las mujeres un sen-
timiento tan elevado de su dignidad y
una conciencia tan clara de sus deberes y
derechos, que las obliga a desdeñar toda
90
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
protección económica, en la plenitud de
sus aptitudes.
¿Cómo hacerse obedecer pasivamen-
te, ante ellas, que el hábito gene-
ralizado de la reflexión y el trabajo,
da el dominio de si y el poder de persua-
sión, que lleva la suavidad de las costum-
bres a la paz de los hogares ? Solo la men-
talidad fatigada o la ineoneiencia de la
raza latina, puede seguir agraviándolas
con la depresiva subordinación y depen-
dencia de sus derechos naturales. Las
mujeres del Uruguay, como las de Ro-
dín, pueden erguirse en su evolución eco-
nómica, porque llevan el sello de su so-
beranía en la plenitud de sus frentes, sin
que todas las luchas, las aspiraciones y
los trabajos que agitan a los demás hom-
bres sean extraños a su pensamiento.
Los 'Constituyentes de 1'917 al revisar
nuestra carta magna, conscientes de los
intereses especiales y generales, que el rol
social de la mujer representa en el régi-
SUS DERECHOS POLITICOS
91
men de nuestra democracia, incorpora*
ron el art. 10 de la Constitución, como el
más amplio pórtico que podrían erigir
nuestros legisladores a la justicia hu-
mana. i
Ante ese pórtico, el centenario de nues-
tras Instituciones formulará su juicio de-
finitivo, sobre el templo de los espíritus
nacionales, la comprensión del humanis-
mo de sus sociólogos y juristas y el pro-
greso moral de nuestra legislación.
Van a pasar, en su civismo, los señores
legisladores, por un momento decisivo,
en la integración o desintegración Se va-
lores de la soberanía nacional.
Ante el derecho moderno de los pue-
blos anglo-sa jones, germanos, eslavos y
escandinavos, que acuerdan a sus 40 mi-
llones de mujeres, las atribuciones que
les corresponden en el orden civil y po-
lítico nuestra democracia, que se enc^vu*
llece de sus prácticas electorales, no pue-
92
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
de todavía ostentar la verdad íntegra y
completa del sufragio universal.
Cristina Dufrechou.
Dra. Elisa Barros Daguerre
Médico — Asistente de la Clínica Obstétrica
Profesora de Enseñanza Secundaria
Los ideales de la feminidad han
cambiado —
Todos sabemos* de la mutabilidad de la
vida. Cambia rápidamente, y con ella
cambian también loa ideales de feminidad.
Nuestro deber es ajustar nuestros sueños a
la realidad.
Las zarzas de nuestro camino desapa-
recerán, los obstáculos que a nuestro pa*
so se presentan serán vencidos, siempre
que procedamos con inteligencia y buena
voluntad.
No hay goce mayor que el de la madre
al contemplar al hijo que acaba de dar £
^uz ; pues bien, nuestras obras son nues-
tros hijos, y no hay para nosotras mayoi*
placer, que el de realizarlas con toda per"
fección.
96
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
Y digo nuestras obras sin ninguna mo-
destia, porque desde que la mujer es ser
humano, y culto, por añadidura, tiene y
debe tener la aspiración suprema de ser
útil, de dar el mayor rendimiento a la
humanidad en general “amenguando to -
‘¿los los dolores» y aliviando todas las mi-
serias”.
Pero las mujeres del Uruguay que sen-
timos con la misma o mayor intensidad
que las de otros países, que somos lucha-
doras incansables y que lo seremos cada
día más, que hemos cultivado en lo posi-
ble nuestras inteligencias, soportamos las
mismas cargas que pesan sobre los hombres,
cumplimos con las mismas obligaciones, pe-
ro no tenemos los derechos políticos que
expresan los sentimientos de la voluntad
nacional, — corno se dice corrientemente, —
do modo que en eso colectivo que es na-
ción no entra .para nadn la opinión de las
mujeres uruguayas, y en cambio se consi-
SUS DERECHOS POLITICOS
97
dera válido el voto del analfabeto y del
alcoliolista*
La mujer debe obedecer las leyes co*
mo los hombres, pero no puede interve-
nir en la construcción de ellas. He ahí el
grave error de nuestra legislación actual,
pues hay leyes que para ser justas no
pueden ser hechas sin la colaboración de
la mujer, porque hay situaciones en la
vida que no pueden ser sentidas por los
hombres como por nosotras.
Es imposible que las leyes relacionadas
con la maternidad, por ejemplo, sean
bien hechas ni aun por los mejores honr
bres, aunque estén dotados de la mejor
buena voluntad.
Ellos no pueden llegar como nosotras
al corazón angustiado de la madre, que
al contemplar al hijo que acaba de nacer,
piensa en la herencia sifilítica que trae
en su sangre, en el alcoholismo que tam-
bién lo cerca, y en la miseria que vendrá
para madre c hijo porque el padre domi'
98 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
nado por los vicios ya ni piensa en tra-
bajar. ¿ : : i
Ellos no pueden llegar como nosotras
llegamos todos los días y con toda emo*
ción, al corazón inquieto de la mujer sol-
tera, que después de haber pecado, expo-
ne su vida para evitar el repudio de la
sociedad.
Y cuando el instinto materno grita más
alto que las conveniencias sociales, en-
tonces debemos unirnos todos, hombres y
mujeres, para ocuparnos de la protección
legal y social de las madres solteras.
Y debemos seguir unidos todavía para
luchar por la protección del niño- Consi*
derar al niño desaraparad'o como nuestro'
hijo o nuestro hermano, y luchar para
crear en él un cuerpo fuerte y un espíri-
tu sano, capaces de prepararle un porve*
nir claro y luminoso. Y al mismo tiem-
po que conseguirnos para él un bienestar
futuro, preparemos un elemento social
SUS DERECHOS POLITICOS
99
que puede ser una bella promesa para la
humanidad.
Y cuando llegamos hasta la pieza de la
mujer obrera, único sostén de sus hijos,
no estudiamos sólo al enfermito por el
que nos han llamado, sino que hacemos
también el examen de ese hogar y de esa
madre, llegamos hasta su corazón, nos
hermanamos con ella, y entonces .sentí*
mos más que nunca nuestra falta de in-
fluencia en la elección de los Poderes
Públicos, porque reconocemos que esa po*
bre mujer está desamparada.
Ella es todo el apoyo que esos niños
tienen en la vida y tiene que abandonar
los diariamente, sanos o enfermos, con el
corazón destrozado, para ir a la fábrica,
porque ella bien sabe que su falta al tra-
bajo es sinónimo de la falta de pan en la
mesa de sus hijos.
Todas estas miserias de la vida, de tan-
tas mujeres desgraciadas, las sentimos
nosotras hondamente. En nuestro doble
100 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
papel de mujeres y de médicas, estamos
en mejores condiciones que muchos hom-
bres para comprender y sentir que a pe-
sar de todo lo hecho por nuestros gran-
des estadistas, queda aún mucho por ha-
cer en £a.vor de la mujer y del niño, no
por falta de capacidad ni por falta de
buena voluntad ; sabemos que estas dos
condiciones abundan en la mayoría de
nuestros dirigentes, sino sencillamente por-
que ellos no pueden llegar como nosotras
a palpar intimamente la lucliu intensa,
constante, de lo mujer obrera, sobre todo,
do la mnjer-mndre.
Y en este tcrrvmo, nosotras nos consi-
deramos también con fuerzas para cola-
borar con los hombres en el mejora mien-
to de esa Incluí tenaz a que la mujer se
ve nb 1 da d’-.'.de el momento supremo,
en que debe comprender que el hijo que
recién llega a la, vida, viene imponiendo
derechos, mientras qir.: peni ella empie-
zan sagrados deberes o cumplir, deberes
SUS DERECHOS POLITICOS
101
que se duplicarán si el marido o el padre
de su hijo ha huido, alejándose de los de -
redi os que a él ta 'bién le reclama el ni-
fio que nace, y que se traducen en debe'
res tan sagrados como los de la madre.
Sin embargo, ese hombre que abando-
na a su mujer y a su hijo dejándolos en
completa miseria material y afectiva, ese
hombre que no sabe cumplir con el deber
de padre, goza en nuestra legislación de
todos los derechos políticos y puede con
su voto decidir los rumbos de nuestro
país • . . !
Doctora fihsa Barros Dagiierre.
Doctora Elvira Harto reí ¡i
Abogada
Diferencias jurídicas que importan
inferioridad en la mujer profe-
sional —
La misión conferida es muy granel'?,
quizá superior a mis fuerzas, pero cuando
la savia joven circula por nuestras venas,
unas veces el entusiasmo y otras la ñau-
sa nos impulsan a desempeñar una acción
más grande y generosa que la empresa
misma. Muchas mujeres se han graduado
con título de abogado, más de quince, y
algunas de ellas con títulos muy superio-
res a los míos para ocupar esta tribuna
de honor, pero la veleidad’ de la suerte
ha puesto en mis manos la representación
de la Facultad de Derecho.
Como mujer profesional, había definido
el mundo que tenía por delante como un
106 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
complejo algo armónico en su faz superfi-
cial, pero pude darme cuenta a medida que
profundizaba que llegaba muy fácilmente a
descubrir multitud de absurdos que no só-
lo obstaculizan el libre ejercicio de la
profesión de abogado en la mujer, sino
que limitan sus funciones como si en el
curso de sus estudios hubiera sid'o exi-
mida de la prestación de ciertos exáme-
nes o de la concurrencia a ciertas clases.
Nada de eso, todo se ha seguido por
igual. ¿Pero qué es lo ocurrido* entonces?
Un vicio de construcción, pero que a di-
ferencia del ser humano contra hecho,
puede rehacerse.
'Me refiero a las leyes fundamentales de
nuestra legislación, al Código Civil y sus
derivados.
No iré más que a uno de los puntos im-
portantísimos, porque los demás serán ob-
jeto de comentarios aparte.
Tocaré sólo la irritante desigualdad en-
SUS DERECHOS POLITÍCOS
107
tre hombres y mujeres en materia de Po-
deres.
El artículo 155 del Código de Procedi-
miento Civil dice: “Puede ser procurador
todo hombre que tenga 21 años de edad ;
las mujeres sólo pueden serlo por sus as-
cendientes, descendientes o por sus mari-
dos”.
Aquí está la definición y el límite: as-
cendientes, descendientes y el marido, na-
da más.
De modo que la mujer abogado, en la
práctica no puede ser apoderado más que
en los muy excepcionales casos indicados.
Posiblemente mis compañeras abogadas
han tenido, más de una vez. que rechazar
la propuesta de un poder.
¿-Por qué? Porque a nuestros legislado-
res les pareció más cómodo y práctico que
la mujer abogado ejerciera su profesión
retaceada.
¿Y qué argumentos son valederos para
ellos y contra nosotras? La insuficiencia
108 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
de mi inteligenca no alcanza a descu*
brirlos. Pero en la práctica frente a mis
clientes no lie tenido más remedio que de-
defenderme.
¿Que so nos ofrece un Poder? Muy bien,
contestamos, y aquí vienen los argumen-
tos falsos que tenemos que dar a nuestros
clientes.
“Mire, señor o señora, no hay necesi-
dad d'e Poder, para qué, está bien solo la
firma letrada, usted o ustedes firmarán
conmigo y así tendrán una intervención
más directa en el juicio . . .
No los convenzo por este lado, por
que arguyen que si han venido a mí es
porque tienen confianza en que yo les
trámite todo con la mayor honestidad. . .
Entonces recurro a otro argumento, y
va: No hagamos poder porque sin él obra*
mos más económicamente, se evitan los gas-
tos de la escritura. • -
Me fracasa también el argumento de or-
den económico, porque a la gente no le im-
•US OCRtCMOS POLITICOS
10 *
porte gastar $ 30-00 j son vana* mu «xa
para asustarlo* donde hay en
jurfo varios miles.
Voy a ua tercer medio de defensa <juí
no siempre puedo aplicar, cual «a el de pe*
dir ai »>n varias las concurrentes, que se le
confiera poder a uno de «líos para actuar
bajo mi dirección.
Pero desgraciadamente, es imposible en*
centrar armonía en un caso de varios here-
deros. Ustedes se preguntarán i por qué en-
te doctora no dice la verdad t Muy fácil
contestar : me da cortedad poner a la faz de
personas medianamente cultas y aún ante
las caltas y poner de relieve un olvido de
nuestros hombres en la confección de las
leyes - -
También puede la gente decirme; usted
no tiene titulo completo,, porque como el
doctor X nos recibe el poder?
Y heno6 aquí, entonces, expuestas a
perder al cliente, cosa muy dolorosa por
cierto, o sino a poner nuestra firma, más
110 LA MtJJTR URUGUAYA RECLAMA
o menos elegante* pero sí muy responsa*
ble, al laclo de un garrapato, que no es
más que una caricatura de letra, pero
que, sin embargo, le da a nuestra firma
el valor de que carece cuando está sola.
El que no sabe leer ni escribir , pero que
u duras penas aprendió a dibujar carac-
teres que el vulgo llama ■ firma, fíenle sin
embargo, el privilegio de dar realce y
fuerza a la firma de una mujer abogado.
Lástima grande que la brevedad del
tiempo me impida analizar la importantí-
sima diferencia que a este respecto existe
entre la materia civil y la penal y las doc-
trinas concernientes.
El tiempo urge y la solemnidad del acto
lo exige.
■Pero aún me queda un segundo, para re
clamar a las mujeres presentes la coopera -
ción y la armonía que es la base de toda or-
ganización perfecta y grande, y a'íos hom-
bres representantes de los altos poderes que
me escuchan, la gracia de conceder lo que
SUS DERECHOS P<5UTICOS
111
está en sus manos dar; no es una dádiva
exigida por la miseria de nuestro am-
biente, sino un gajo del enorme árbol de
la justicia que se debe doblar a manera
de acodo para que hundido en la tierra
germine brotos maravillosos.
Los mujeres estudian, trabajan, cum-
plen sagrados deberes: al voto concedido,
si no le quieren llamar justicia, no será
más que una recompensa a los servicios
prestados.
A igualdad de cargas, iguales derechos.
He dicho.
Doctora Elvira V. MartoreUi.
Laura Cortinas
Celebrada Escritora Nacional
La mujer escritora —
Confieso sinceramente, qne hasta el
I resente poco me había interesado en la
conquista de los derechos políticos de la
mujer, acostumbrada quizá a nuestro hu*
millante rol pasivo frente a las intensas
luchas cívicas, y sólo con curiosidad re-
lativa he seguido el movimiento feminista
de otros países en ese sentido.
Pero, teniendo en preparación un libro
que llamaré “Mujer”, buscando solacio*
nes a muy dolorosos problemas sociales
y sentimentales, he tenido que estudiar
para su documentación, todo lo que se ha
legislado sobre la mujer, y, en la medita-
ción de dichos problemas* los derechos
civiles han sido mi obsesión, en cuya des-
igualdad con respecto al hombre he creí*
116 LA MUJER URUGUAYA RECLAM/
do encontrar el origen de muchos males
Y, cómo conseguiremos nuestros dere-
chos civiles, mientras el hombre siga sien-
do el único legislador?... Ante esta in-
terrogación me ha sorprendido este sim-
pático movimiento que se desarrolla en
nuestro país, reclamando los derechos polí-
ticos de la mujer, y de inmediato he com-
prendido dónde estaba la solución largo
tiempo buscada; “en el voto propio”, por-
que, como ha dicho un famoso legislador:
“tener a las mujeres fuera de las salas
de voto, donde todo se proyecta, y fuera
del Parlamento, d'onde todo se resuelve,
es destinarlas por anticipado a sép sacri-
ficadas”.
Por eso, al ser invitada a tomar parte
en este acto pro sufragio femenino me
he adherido a él con simpatía, con-
secuente con mi característica invariable,
sinceridad de pensamiento y de acción,,
y frente a vosotras mujeres uruguayas
que me escucháis, os digo: luchemos uni-
SUS DERECHOS POLITICOS
117
das para conseguir nuestros derechos ci*
viles y políticos, ya que la unidad, secrnn
Ingenieros, es una manera de
reaccionar siempre homogénea y
ante.
Dejemos de lado la inferioridad mental
la mujer tan pregonada con absurdas
tejidas científicas, deprimentes para la
nitad del género humano madre de la
o;ra mitad, ya que en nuestro electorado
fguran hasta analfabetos, a quienes, se*
jura estoy, no se les habrá tomado aún
e. peso de su cerebro buscando equiva-
lencias.
Sólo* la mujer permanece excluida de
ese concierto que llaman Universal, aun -
que enmudezcan en él la mitad de los ins-
trumentos ; sólo la mujer permanece al
margen, apartada o quizá simplemente
alertagada, como la Bella Durmiente del
Bosque, en espera del Príncipe que ha de
despertarla de su largo sueño... y ese
Príncipe, que podría ser el Stuart*Mill
118 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
del Uruguay, si apareciera, ese ivaliente le-
gislador compatriota, que al quemar sus
egoísmo.* del más fuerte en el altar de las
reivindicaciones ofreciéndole a la mujer,
que ha sido creada para ser su compañe*
ra. el derecho de equipararse al último
ciudadano de su país, defendiendo su de
recho al voto, ese Príncipe, ese legislador,
merecería bien de la patria y obligara
para siempre nuestra devoción.
En el año 1S48, al proclamarse el Su
fragio Universal en la Cámara Francesa
Mr. Yictor Considerant, famoso parla-
mentarista de la época, fué el único entie
los cien miembros de aquella memoralle
Asamblea- que levantó su voz en defeisa
del voto femenino y reclamando su con'
sagración, dijo: “en una Constitución
que se admite el derecho del voto para
los mendigos y hasta para los criados,
es inconsecuente e injusto no admitirlo
para las mujeres. Si la mujer debe some-
terse a la ley, justo es que ella tenga tanr
sus
DERECHOS POLITICOS
119
bién parte en. su elaboración . . . Pero,
Víctor Consiclorant, no fue reelegido. Va-
ya esta sinceridad documentaría, para
nuestro Stuavt-Mill. No vacilo en ofrecér-
sela, porque confío en el valor de la
Raza.
Se objeta a las reivindicadoras, que la
maternidad se opone al ejercicio de los
derechos políticos; por la brevedad del
tiempo solo citaré un caso entre mil: Ma-
ría Teresa de Austria era Reina, tuvo 16
hijos, lo que no le impidió ser un gran
Jefe de Estado.
Por lo demás, ¿acaso todas las muje-
res tienen la parte que les correspondería
al amor y a la protección del hombre ? . . .
El hombre ha nacido con un privilegio,
el saber olvidar. ¡ Cuántos compromisos
se rompen después de largos años de
constante ternura de parte de la ama-
da!... y que la veleidad masculina jus-
tifica con una simple expresión: “incom-
patibilidad de caracteres”... y esa po-
120 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
bre niña, ya en el límite de la primera ju*
ventud, perdida su fe en el amor y en el
hombre, queda frente a la vida, sin el
compañero elegido, quizá sin padres, sin
hermanos, indefensa en sus derechos, y
con una pesada carga de deberes.
Yo defiendo en libro “Mujer”, el de-
recho de ser madre, o más bien dicho, la
maternidad como única afinidad posible
de demostrar, y como una gran misión del
sexo. Yo defiendo en mi libro, el derecho
de igualdad en el nacimiento, y el respe*
to y la consideración para la madre sol-
tera, y defiendo esos derechos* ante la
propia conciencia femenina muchas ve*
ces acusadora, contra prejuicios milena-
rios, reclamando de todas las mujeres,
una gran solidaridad comprensiva y una
gran solidaridad afectiva, frente a los
problemas de nuestro sexo.
Otra de las causales que .se arguyen
contra el derecho al voto femenino, es el
de que ella no es apta para el servicio mi*
sus
DERECHOS POI-l'BHf* $
litnr. ni pura la guerra. Y no lo es efec-
tiva mente, porque su misión no es de
destrucción ni de muerte, porque hnbien
do nacido la mujer con el privilegio de la
prolongación de la especie,
dar su vida a cambio de otra
su hijo. Por eso su misión es
de amor.
No quiere el voto la mujer para votar
costosos armamentos, ni equipos de gue-
rra ; ella ba de defender la vida de su hi*
jo, de su marido, de sus hermanos, más
que a su propia vida. No quiere el voto
la mujer para votar fabulosos emprésti-
tos, la mujer es ecónomá; ya se quisieran
muchos financistas saber defender núes*
tros millonarios presupuestos, como de-
fienden y estudian las madres de familia
sus modestos presupuestos, muchas ve -
ces gravados por los vicios de sus com-
pañeros, muchas veces cubierto con su só*
lo esfuerzo. Quiere el voto la mujer para
votar tan sólo leyes de defensa social, de
122 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
protección a la infancia, a la madre, re-
presión del alcoholismo, etc., y, final*
mente, quiere el voto la mujer, por una
razón sentimental, para defender en las
urnas la causa de sus simpatías.
Yo de mi sé decir, que he acompañado
siempre a mi padre, a mis hermanos, con
el corazón y con el pensamiento, y con un
secret-o dolor: la imposibilidad de deposi*
tar mi voto junto al de ellos, porque he
tenido fe en mis grandes afectos para el
bien de la patria.
Y eso es la mujer.- Fe, Amor... y eso
,es lo que hace falta agregar a nuestras
luchos cívicas, un poco de paz, un poco de
ternura, que eso es ser mujer; es la sabia
tendencia de la reconstrucción, al decir
de Argüv?llo: las dos mitades, que sin-
tiéndose estériles en su aislamiento, tie-
nen al propio tiempo el ansia de la ferti-
lidad Es la duplicidad de la apariencia
ansiando transformarse en la unidad de
la esencia.
SUS DERECHOS POLITICOS
123
Una lacedcmonh que estaba puesta en
renta, ni preguntársele qué sabía hacer,
respondió: “Sé ser libre’ 1 . Ot,ra< ante la
misma pregunta, respondió: “Sé ser
fiel”. Y eran esclavas.
Corno la laccdemonia de la historia,
ojalá pudieran responder todas las lizfti-
jeres al escribir su nombre en el padrón
electoral, si alguien le preguntara Mujer,
i qué sabes hacer tú? “Sé ser libre”; # fSé
ser fiel”. V. rr
Laura Cortinas.
Luisa Hachado Bonet de Abella
V Escobar
Primera uruguaya escribano público
L* ’W»*4u*4to* «***» mrn^tm 4»
Úis- * 1+ «*«*£%+* MffVItftíMM****'*
tk+^T :« p rmu u#wm 4 * %** %#!**
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ftvv *1 1 Ift •.'**' TM?ÍV vfcrfC * f *V |W^
i 5*v > '5^"1* ! &*4pBk*9&* «Win tw prt
128 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
mer impulso a refutar la naciente idea
que viene a turbar su tranquilidad ruti-
naria.
Todavía domina al hombre el presenti-
miento del peligro ante lo nuevo, y para
vencer la propensión opresora del hábito
necesita un gran esfuerzo espiritual.
Solamente desfigurando la realidad,
yo admitiría el esquema polémico que
tiende a presentar al hombre como total-
mente enemigo de lo nuevo, cuando se
trata de Jos derechos civiles y políticos
de la mujer.
Mientras sean víctimas de ese automa-
tismo, será tan antifeminista la mujer
como el hombre.
Las relaciones que existen entre ellos
y nosotras no son en manera alguna de
adversidad y de deseo de dominio; inter-
viene en ellas una compleja multiplici-
dad de elementos delicados, que es impo-
sible desconocer.
Las extraordinarias transformaciones
SUS DERECHOS
POLITICOS
129
de la cultura, de las necesidades de la vi-
da contemporánea, han desvirtuado de
tal modo los pseudo argumentos de los
antifeministas que el problema del femi-
nismo ha dejado de ser ya un problema.
Y al reiterar mi afirmación de que en
la inercia de una costumbre tradicional
están nuestros peores adversarios, ofrez-
co como prueba los resabios antidemocrá-
ticos que aún existen en nuestra legisla-
ción.
Es asombrosa la cantidad de privile-
gios y restricciones absurdas que figuran
en ella. *
V'
Hay disposiciones en nuestras leves de -;
irritante humillación para la mujer-
Se hacen en las cátedras hermosas di-
sertaciones sobre esas anomalías, se es-
criben tesis, se presentan proyectos, pe-
ro... la idea luce y los hechos quedan
rezaigados.
Esta es la mejor demostración de que
nuestros derechos políticos son impres-
130 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
cindibles. La mujer necesita que la re-
presenten directamente en los Poderes.
Sus intereses no siempre interesan al
hombre. Lo que para ella tiene urgencia,
para el hombre puede ser postergable.
Siendo tan innumerables y tan injustas
las disposiciones de nuestra ley civil, re-
sulta difícil hacer el estudio de ellas en
un espacio de tiempo tan breve. Citaré al-
gunas de las situaciones más lamenta-
bles en que la ley nos coloca :
“El marido es el jefe y único adminis-
trador de la sociedad' legal. El puede
obligar y enagenar los bienes ganancia-
les sin consentimiento de la mujer.”
Bien: una mujer, que ejerce una profe-
sión, industra o empleo, puede comprar
durante el matrimonio un bien raiz con
el producto de su trabaijo ignorando la
hazaña arriesgada que hace.
El marido, como único administrador
de la sociedad legal, puede vender ese
bien, sin consultar con ella, sin particr
SUS DERECHOS POLITICOS
131
parle el resultado de la venta, sin entre-
garle el precio del bien que ella compró
con su propio dinero. ¡ Es un bien ganan-
cal, él puede hacerlo, la ley lo permite 1
En 1924, un diputado presentó un pro*
yecto mejorando esa situación- Es muy
justo, pero en la Cámara falta aún quien
pueda activarlo sinceramente. No intere-
sa a los legisladores. Las mujeres no tie-
nen aún sus derechos políticos.
Hasta resultan irrisorias las disposi-
ciones civiles que con respecto a la mu-
per se encuentran el Código : restriccio-
nes para la esposa, para la madre ; venia
marital para ejercer profesiones, para el
comercio, pava contratar, para presentar-
se en juicio, etc.
Y todavía existen disposiciones como
ésta: “Si el marido está ausente y no se
le espera de pronto, o hay peligro un la
tardanza o se niega a conceder la venia
a su mujer, puede el juez en conocimien-
to de causa, autorizar el contrato o de-
132 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
ducir o contestar la demanda de que se
trate.”
¡ Qué optimismo ! ¡ En casos de urgen*
cia, recurrir a un juzgado!
Pero ahora lia llegado el momento de
hacer una demostración de fuerzas para
lograr la conquista de nuestras aspira-
ciones. Esperamos que sea favorablemen-
te decisivo el resultado, por la nobleza
del propósito, la claridad de las razones
y la firmeza de nuestra solidaridad.
Escribano Luisa Machado Bonnet ele Ábe~
llá y Escobar.
Adela Barbitta Colombo
Periodista
Miembro del Magisterio Nacional
La mujer obrera; sus salarios —
En el vasto conglomerado de las acti'
vidades femeninas, merece especial aten-
ción la mujer obrera, la que se dedica a
esa agobiante labor de taller o fábrica,
sin una remuneración eficiente, y lo que
es peor, estableciendo una competencia
ruinosa a sus compañeros de trabajo.
Este estado de cosas perjudica a todos.
No se beneficia nadie. El hombre tiene en
la mujer una temible competidora, porque
si bien la mujer es, en general, menos
fuerte, .su trabajo es más regular y metó -
dico. Es de temperamento más sumiso y
hay mucho menos rieslgos de verlas re-
clamando derechos, defendidas por un
Sindicato.
Agréguese a esto, lo fundamental: a la
136 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
mujer se le paga la mitad o la tercera
parte de lo que exige un regular obrero.
¡El concepto de que a la mujer le es iir
necesario un gran salario, arranca de la
época del más feroz oscurantismo. Es el
antecedente de esa idea general de que
una mujer puede vivir con el equivalente
de .esas piltrafas de caridad que se le pue -
den tirar al perro o al loro, que ocupan
un lugar más o menos prominente en la
casa.
'Esa es la tragedia de la mujer agrega-
da, anexada, podemos decir, a su propia
familia, en calidad de parienta pobre, o
huérfana, recogida, o solterona por obli"
gación.
Son estas mujeres, resabios de aquella
estúpida educación de generaciones ante*
riores, que sólo preparaba a la mujer pa-
ra el matrimonio. Nada más. Ni una de*
fensa sólida contra las asechanzas eco -
nómicas y de las ©tras, que nos tiende la
Vida todos los días.
SUS DERECHOS POLITICOS
137
Pero si la mujer no se casaba, o se que-
daba viuda, o abandonada, entonces era
esa cosa lamentable que todos conoce-
mos: la protegida.
Y bien: siguiendo ese orden de ideas,
poco hemos avanzado en la materia. Aun
trabajando y cobrando sueldo, rara vez
la mujer puede emanciparse económica-
mente. ¿Por qué? Porque esos sueldos
son los estrictos “salarios de hambre"
que crean esa esporádica legión de muje-
res mal alimentadas, mal vestidas, mal
«alojadas, j A-tal vividas, en fin!
Obreras que vemos ir en caravana al ta-
ller inhospitalario, sin higiene, sin confort,
para ganar 0.20 o 0.30 centésimos diarios
Tal vez un poco más. Puede que alguna pri-
vilegiada llegue a ganar 1 peso. A cam-
bio de esta mesnada sórdida, la obrera
hace 4 viajes diarios al taller, permane-
ce de pie 8 horas, cansa su vista, fatiga
sus pulmones y todavía, que se conforme
con esto. Pues hay algo peor.
138 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
Muchachitas ilusas que van en banda*
das a buscar briznas para ayudar al sus-
tento del nido familiar, suelen volver a
él, con la pena honda y lacerante, — hon-
da por lo injusta, lacerante por lo hu-
milde e impotente — de haber merecido
las “atenciones” del patrón o del encar-
gado !
Total, son carne de pueblo bajo y mi-
serable. Y ante ellas, dignas de toda lás-
tima porque han rodado impelidas por la
garra del hambre, sonríen su desparpajo
los Don Juanes de prepotencia.
Hay otra falange femenina digna- de
joda consideracón y que reclama esta
justicia amplia que las mujeres sabremos
hacer cumplir. Son las empleadas de co-
mercio, vendedoras, dactilógrafas, caje-
ras, peinadoras, manicuras, sombrereras,
masajistas, etc.
¿Qué decir de estas pobres muchachas
que d'eben vestir y calzar con decoro, y
sus
DERECHOS POLITICOS
139
ganan algunas $ 15 y $ 20 mensuales?
Imaginad el horror de una vida que
está así cortada en todas sus más lógicas
expansiones. ¡Qué sensación de amargu-
ra ha de presidir los días de esas mucha-
¡chitas que luego han de sonreír a todos y
con todos ser galantes !
Y seguiríamos indefinidamente. Todos
los empleos femeninos son mal remunera-
dos. ¿Porqué? ¡Porque una mujer se
arregla con cualquier cosa ! Claro está.
La mujer puede vivir en una pieza de
conventillo, alimentarse con pan y mate y
vestirse con lo que le dan.
La mujer no precisa confort, ni aire
puro, ni deportes, ni relaciones, ni cultu-
ra general, ni distracciones, ni casa pre-
sentable, ni ropa decorosa.
La mujer puede seguir siendo siempre
eso indefinido y neutro, que sólo se toma
en cuenta en determinados momentos.
La mujer puede ser bestia sumisa a to-
dos los yugos, o el caprichoso mamífero de
140 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
lujo, que alguna vez da un dolor de ca*
beza:.
Siempre, algo a quien se le puede hacer
sentir todo el peso de la superioridad
masculina.
¿A donde vamos nosotras?
A la equivalencia, a la equiparación, a
la justicia.
Para ilustración de todas, transcribiré
los párrafos del programa de la Alianza
Uruguaya de Mujeres que tienen atin*
gencia con este punto :
“Salario igual para la mujer que para
el hombre, para un trabajo igual. Igual
derecho al trabajo para las mujeres casa*
das que para las solteras. Ninguna regla-
mentación especial será impuesta a las
obreras si sus organizaciones profesiona*
les se oponen. Todas las medidas de pro*
tección que se aplican a las mujeres en
cuanto madres, serán tornadas de ma-
nera de no molestar sus intereses cconó*
SUS DERECHOS POLITICOS
141
micos. La futura legislación del trabajo
debe tender a ser indistintamente aplica*
da a hombres 7 mujeres.”
Esperemos que las mujeres desde las
bancas legislativas- hagan factible esta
humana aspiración.
Ni las sometidas, ni el enigma. Para los
hombres queremos ser las colaboradoras,
las compañeras, las participantes de esa
vida que viven egoistamente o compar-
tiéndola con indiferentes.
Pero para eso, que empiecen por dejar
nos vivir plenamente. Usufructuando los
derechos que son humanos 7 universales.
Que todas las mujeres, al final de la
jornada, podamos decir: Me basto a mi
misma.
Y así todos nuestros actos, serán aus-
piciados por la tranquilidad de concien-
cia que da la responsabilidad.
Y ante nuestro compañero de todas las
horas, ante el hombre que eligiremos por
142 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
convicción y no por obligación, seremos
la serena camarada, el espíritu gemelo y
equivalente, que siente que ha elegido y
ha elegido bien.
Cara a cara, y corazón a corazón, hom-
bre y mujer, encararemos y afrontare-
mos el mundo con la mayor verdad que
puede presidir la relación de los sexos.
No habrá amos ni dominadas. Habrá la
perfecta armonía que fluye de los seres,
cuando cad'a uno vive su vida sin restric-
ciones.
Adela Barbitta Colombo.
Bachiller Olivia de Vasconcellos
Estudiante de Derecho, — Profesora de Enseñan*
za Secundaria.
La mujer considerada a través de la
historia —
Nada hay en el tiempo que no sea con
relación a la eternidad ; nada hay en el
orden de la naturaleza que no llene al-
gún fin; nada se ha hecho por el hombre
que no sea para su felicidad.
Así, ya lo encontramos establecido en
el Génesis que dice: ‘*'A1 ir a formar,
Dios, a la mujer, dijo : No es bueno que
el hombre esté sólo ; hagámosle una ayu*
da semejante a él”. Es decir, que ya te -
nía la mujer su fin; quedaba constituida
como la .ayuda del hombre. Pero obser-
vemos bien, que esas palabras tienen un
sentido indeterminado y absoluto y que
al decir ayuda» significa en cualquier es-
tado o condición en que él se encuentre ;
146 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
ya sea en el campo doméstico, como en el
político, como en el intelectual. Es decir,
pues, que independientemente de su mi*
sión en la familia, tiene la mujer una mi-
sión que ejercer en el estado, una misión
que desempeñar en las ciencias y en las
artes.
Acéptense o no como verdaderas las
palabras del Génesis, veamos a través de
la historia, si la mujer fué o no la com-
pañera, la ayuda del hombre; cuál fué
su misión, su obra, a través de los siglos,
a través del tiempo. Y para aclarar re*
cordemos aquella clasificación en que se
compara a la mujer con el hombre, des-
de el punto de vista fisiológico, desde el
punto de vista psicoló'gico y desde el
punto de vista intelectual, y veamos si,
como se pretende, la mujer es inferior al
hombre, e incapaz de tener sus mismos
derechos.
No necesitamos remontarnos, hasta
aquellas épocas en que la mujer era la
sus
DERECHOS POLITICOS
147
única que trabajaba, levantando las vi
viendas, procurando el alimento, en tan-
to que el hombre permanecía ocioso en
espera del enemigo, o atacando en son de
guerra, las tribus vecinas.
Estudiemos algo que esté más cerca
de nosotros, algo que conozcamos más:
la antigüedad clásica, la edad media,
nuestra época. En la época clásica, en
Grecia, en Roma, países en los cuales la
mujer no tenía derechos ni libertades de
ninguna clase hasta tal punto que en los
principios de Roma, el hombre tenia el
derecho de matar a su esposa, como ma-
taba a sus hijos, a sus esclavos o a sus
animales, podemos ya encontrar nombres
de mujer que la muestran como capaci-
tada, como la ayuda del hombre. Si no
la vemos actuar sola, salvo raras excep-
ciones como Safo, poetisa griega, vemos
su obra íntimamente unida a la de un
personaje famoso, como se han encontra-
do y se encuentran hoy fusionadas la
14S LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
obra del hombre y_de la mujer.
Así, si llegamos al siglo V, el siglo de
oro de “la ciudad luz”, “la ciudad siem-
pre joven", Atenas, veremos una figura
prodigiosa : la de Pericles. Pero si quisié-
ramos saber su obra puramente personal,
no podríamos hacerlo; hay en él la in*
fluencia tan grande de una mujer inteli*
gente, Aspasia, que nos es imposible sa-
ber qué pertenece al uno o a la otra. As*
pasia, la mujer superior, que cinco siglos
antes de Jesús, hablaba de sofística y fr
losofía con Anaságoras y Protágoras;
de arte, con Fidias y los grandes litera-
tos; de política, con los hombres de esta*
do de esa época.
En Roma podríamos citar otras figuras.
Bástenos nombrar a Cornelia, la educado-
ra de sus hijos y que formó los nobles cora-
zones de los Gracos que en una época de
opresión y miseria, quisieron dar un poco
de bienestar a la plebe, hacer llegar una
brisa saludable al pueblo oprimido.
SUS DERECHOS POLITICOS
149
Si Uegamos a los primeros siglos de
nuestra era, los veremos llenos de nom'
brea de mujer. Las mujeres cr istias
ñas que padecieron y murieron por
su Dios y por su fé, en los circos des*
garradas por las fieras o martirizadas
por los tormentos, con el mismo valor,
con el mismo heroísmo, con la misma re'
signación, con la misma confianza que
los hombres.
Llega la Edad Media, con el culto
del honor y de la mujer. Es otra su si-
tuación que en la Antigüedad Clásica.
Pero no puede, ni remotamente, hablarse
de igualdad. La mujer si no está en una
situación denigrante, por lo menos es
considerada inferior.
T es en vano que pasen los siglos,
es en vano que actúe en la política
como en Bizancio y más tarde en mr
merosos países de Europa: es en va-
no qne una mujer, Juana de Arco, ha-
ya salvado un reino; es en vano qne por
150 LA MUJER URUGUAYA TTECLAMA
otra, Isabel la Católica, se haya descu-
bierto un continente; es en vano que la
mujer haya dado generosamente su san*
’gre y su vida por defender su patria y
sus ideales; es en vano que haya llegado
a la genialidad como Santa Teresa de Je-
sús. Tampoco importa que en la ciencia,
ella haya demostrado su capacidad, que
■haya una Mme. Curie.
¡Pocos ejemplos he dado, quizás tampo-
co sean los más significatvos, pero tal
vez ellos puedan servir de base a esta in-
terrogante que se ha planteado hace ya
algunos años y que, por otra parte ha
encontrado solución satisfactoria en nu-
merosos países, y es: Si la mujer, consi-
derada inferior; convencida ella misma,
por la fuerza de las circunstancias, de
su propia incapacidad ; si oprimida por
una barrera de obstáculos como eran su
falta de libertad, su falta de derechos,
su falta de preparación; si la mujer sin
el apoyo que se lo presta al hombro, ha
SUS DERECHOS POLITICOS
151
podido vencer ampliamente en todos los
terrenos, llegando a la genialidad', ¿Pue*
de considérasele inferior? ¿Puede negár
sele los dere ellos que la igualen al hom-
bre, si los ha conquistado con justo títu*
lo? Si ha demostrado iguales méritos,
¿por qué no darle iguales derechos?
•Lo que dijimos de la mujer anterior
mente, al considerarla al través de la
historia, en otros países y en otras épo-
cas, podemos decirlo de nuestras mu je*
res. No necesitamos nombrarlas; su ac*
tuación, no haría más que corroborar lo
que dijimos anteriormente : iguales mé-
ritos aunque distintos derechos.
Bástenos para terminar, considerar al-
gunas de nuestras leyes referentes a la
tutela y a la incapacidad de la mujer en
el matrimonio.
En la tutela, vamos a estudiar un ar-
tículo muy significativo en capítulo de la
tutela legítima ; es el artículo 32$ que di-
ce: “Los llamados a la tutela legítima
152 LÁ MUJER URUGUAYA RECLAMA
del menor son: l.o El abuelo paterno> el
materno, y las abuelas mientras éstas se
conserven viudas; 2.o Los hermanos va*
roñes del menor. “Hay que destacar que
las hermanas mujeres son incapaces de
ejercer la tutela legítima ni dativa.
Hace notar Guillot, al comentar este ar
tículo, que si se discierne la tutela a las
abuelas es porque se supone en éstas un
afecto mayor que en las hermanas- Es de*
cir, que hay una razón de afecto para
que las abuelas ejerzan la tutela.
T sin embargo no se da este mismo ar*
gumento cuando se trata de discernir la tu-
tela a las hermanas, en vez de un tutor age*
no en quien no puede suponerse ese afee*
to que se invoca a favor de las abuelas.
Siempre debería darse la tutela a las
hermanas y no a un tutor extraño al me*
ñor, ya que con la tutela se trata, no so-
lamente de dar al menor un administra*
dor de sus bienes, sino también un hogar
donde pueda encontrar afecto.
SUS DERECHOS POLITICOS
153
Y creo más todavía: creo que dada la
preparación que tienen y la capacidad que
han demostrado las mujeres, seYes debería
preferir, aun para ejercer la tutela dati-
va porque ella además de su capacidad' y
bu preparación, posee condiciones que le
son innatas : su ternura, su sentimiento
de madre. Y yo creo que la tutela tiene
otros fines además de administrar los
bienes del menor y es educarlo, guiarlo,
dirigirlo y formarlo para que sea apto,
cuando le toque actuar en el escenario
de la vida.
Trataremos ahora brevemente el se-
gundo punto: la incapacidad de la mu -
jer en el matrimonio. Estudiaremos va-
rios artículos referentes a ello: el 129,
130, 131. 13-1, 139, como consecuencia
del 1134 y el 142.
El Art.o 129 de nuestro Código Civil
se refiere al domicilio y establece el do-
micilio impuesto, legal de la mujer, de
154 UA MUJER URUGUAYA RECLAMA
igual manera qu<e lo tienen los menores,
los incapaces, los débiles mentales.
El Art. 130 dice que “por el hecho
del matrimonio se contrae sociedad de
bienes entre los cónyugues, y toma el ma-
rido la administración da los de la mu-
jer,” etc. Es decir que se habla de so-
ciedad as bienes en tanto que se refiere
al aporte que puede hacer la mujer. Pe-
ro ya no es más sociedad cuando se tra-
ta de derechos ; y yo creo que es uno de
los principios más elementales de justi*
c-ia que en una sociedad en que, a veces
los bienes son de la mujer, pueda ésta dis-
poner libremente y administrarlos.
El 131 nos vuelve a colocar al lado de
los incapaces al decir que “la mujer no
puede contratar ni parecer en juicio, sin
licencia de su marido”.
Repetiríamos lo mismo respecto al 134,
en el que se establece que “la mujer no
puede adquirir por título oneroso ni lu*
craíivo, sin venia del marido”. Y se de-
sus
DERECHOS POLITICOS
155
ja. como lo establece el 13$, al arbitrio ex-
clusivo del marido, sea justo o injusto,
beneficioso o perjudicial, el conceder o
revocar la licencia que le haya concedido
para sus negocios en general o para uno
determinado.
Pero aún hay más: El artículo 142,
el último de los que enumeramos an-
teriormente, nos dice lo que signe :
“Si la mujer casada ejerce públicamente
una profesión o industria cualquiera, se
presume la autorización general del ma*
rido, etc.” Esto significa que la mujer
casada, están aún en condiciones de ma -
yor inferioridad, adquiere un grado de
incapacidad mayor que el que tienen, de
acuerdo con nuestro código, los menores
de que hablan los artículos 262 y 267,
que dicen: “Los empleados públicos, me-
nores de edad', son considerados como
mayores en lo concerniente a sus em-
pleos” y “El hijo de familia, tendrá la
administración del peculio profesional o
156 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
industrial, para cuyo efecto se le consi-
dera como emancipado o habilitado de
edad”. .
Yo creo que no se necesita mucho co-
mentario para comprender la inconse-
cuencia, la variabilidad de criterio de
nuestros legisladores. Es justo, lógico, ra-
zonable que un menor o un incapaz físi-
ca, moral o intelectnalmente, tenga una
persona que realice por él, aquellos actos
que se encuentra imposibilitado de eje-
cutar. Pero no es justo ni razonable ni si-
quiera humano que después que la mujer
ha demostrado su competencia, su capa-
cidad, esté sometida a un mismo criterio.
Se considera al menor empleado público
como mayor, para que pueda desempeñar
de una manera más completa, más com-
petente su cargo. Se considera que aquel
menor que es capaz de ganar dinero en
su profesión o industria, es competente
para administrarlo. Y todo esto se le con-
SUS DERECHOS POLITICOS li>‘
cede a una edad en que aún no ha llega-
do a la plenitud de sus facultades.
Y bien, creo que ha llegado el momento
de ser un poco más consecuentes; creo que
ha llegado el momento de reconocer, el
mérito; creo que ha llegado el j méménto
de reivindicar a la obrera obsgáis
vid'ada y hasta denigrada que?
contra todos los obstáculos, con
las trabas, contra todas las injí
en la obra enorme del engrandécSmS
social, del bienestar y del progreso"""
Llegamos a lo firme, a lo alto,
Y
mos las cumbres, llegamos a la méía’eEL
Y*- '
justa lid y hoy sólo esperamos lo que es
justo, lo que merecemos, lo que conquis-
tamos.
Olivia de TascandfiUos.
f
»
I
l
í
i
1
£?ra. María Inés Navarra
Jefe de Clínica en. la Facultad de Odontología. —
Secretaria del Comité Organizador
La gran masa femenina debe unir
sus energías —
Al organizar este acto, se pretendió
que fuera la expresión del sentir femeni-
no sobre la. necesidad imperiosa ya, de
abordar la solución de nuestro problema,
que no es nuestro, que es de todos. Por
eso han estado representadas por elemen-
tos destacados de cada una de ellas, di-
versas formas de actividad de la mujer,
formas por las cuales se basta económi-
camente, beneficiando a la sociedad. La-
mentamos la ausencia de una represen-
tante de nuestras obreras ; razones que
fácilmente se alcanzan unidas a premura
de tiempo no permitieron éxito a nues-
tros esfuerzos, pero nadie duda de que
están con nosotras.
162 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
En relación con sus profesiones, las
oradoras han pasado revista a múltiples
argumentos que justifican nuestra recia*
•mación; es doloroso que todavía haya
que argumentar sobre ese derecho y más
doloroso aún, que deban utilizarse esos
argumentos para convencer a muje-
res.
Verdaderamente, es compleja la gé-
nesis del sometimiento femenino- ¿Cómo
llegó un ser con tantos valores no sólo a
renunciar a sus derechos sino a creerse
incapaz de ejercerlos? Tan hondamente
logró inculcársele la idea, de su inferior!*
dad que todavía hoy, aunque nos sonro*
je, tenemos que recurrir muchas veces
para convencerla de que está en condi-
ciones de votar al poco enaltecedor argu*
mentó : si votan en nuestro país los anal*
fabetos ya no puede existir el temor de
que no sean capaces de hacerlo las muje-
res.
Teniendo en cuenta ese estado de espí*
sus
DERECHOS POLITICOS
163
ritu, no podemos abandonar la cuestión
doctrinaria, pero nuestras energías deben
orientarse a conquistas positivas. Decía
Mlle. Bonnin en la reunión de los Esta -
dos Generales del Feminismo de Francia:
“Si el hombre superior piensa lealmente
que la mujer es su igual, el hombre me-
diano lo admite difícilmente, en cuanto al
mediocre, él lo niega.”
El reconocimiento de nuestros derechos
nos vendrá de hombres que debemos pre-
sumir superiores, a ellos no hay que ar-
gumentarles están convencidos, pero de
ahí a estar decididos hay un gran trayec-
to por recorrer. Transformar el convenci-
miento en decisión esa debe ser nuestra
obra.
Es curioso estudiar la psicología de es-
tos movimientos en otros países ; los hom-
bres de gobierno que sienten el feminis-
mo, que dedican sus esfuerzos al estudio
'y modificación de leyes injustas, cuando
llega el momento de proceder, encarpetan
164 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
su propia obra y la olvidan; es que su*
cede allá lo que aquí se nos ha repetido
muchas veces : 'hay hombres cuya opinión
es favorable al reconocimiento de los de-
rechos femeninos, pero detrás de ellos es-
tán los partidos que no les dejan liber
tad.
Hay otros argumentos comunes ; lee-
mos los trabajos de las mujeres france-
sas y encontramos que les contestan a
ellas, allá en Europa, frente a Inglate-
rra que acaba de llenar sus urnas con los
votos ele 14 millones de mujeres, frente a
los Países Escandinávicos orgullo del
civismo femenino, al lado d'e Bélgica, Ho-
landa, Alemania, Austria y todos los
pueblos nuevos que han reconocido sin
excepción los derechos integrales a sus
mujeres, a ellas, que no pueden haber
permanecido indiferentes al movimiento
general europeo les contestan con los
mismos argumentos, con las mismas pa-
labras que a nosotras; no es aspiración
SUS DERECHOS POLITICOS
165
general de la mujer el reconocimiento de
sus derechos, es un pequeño grupo de la
capital el que lo pide, un grupo de inte-
lectuales, la masa está conforme, es más,
si se le da el derecho no hará uso de él.
Para contestar estos argumentos debe*
mos tener tres puntos de mira Unión. Or-
ganización, Insistencia. Para decidir a
los hombres tenemos que decidirnos antes
nosotras. La mujer uruguaya no se ha
dedicado al feminismo militante, es cier-
to, pero ha realizado en los últimas años
una intensa labor de feminismo práctico ;
esa labor le ha dado la conciencia de su
propio -valer. Está bien, debe subirse así,
por grados y con base sólida, si se quie-
re dar a la obra energía y serenidad; pe-
ro ha llegado la hora de pronunciarse :
el ridículo, arma a la que son muy sus -
ceptibles las mujeres latinas, arma pre-
dilecta del hombre en estos problemas, ya
no señala dolorosamente a la que osa le-
166 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
vantar la voz, se vuelve contra el que la
esgrime acusándolo de mediocridad.
Debemos tener, pues, valor para decir
ya que no hemos tenido ni dudas ni co-
bardías para realizar. Debemos unir nues-
tros esfuerzos todas las mujeres, ese es
el clamor universal; la obra individual
es ineficaz, en la cooperacón noble, cons-
ciente, disciplinada está el triunfo.
Necesitamos un movimiento de con-
junto, unión, mucha unión para ser muy
fuertes que es la única manera de con-
servar siempre la elevación y la calma,
para evitar que se nos hiera ni cqn esa
sonrisa irónica resto de conceptos ances-
trales, cuando venimos sin prevenciones
por el pasado a exigir respeto para edi-
ficar con amor el futuro.
En la psiquis del pueblo existe fuerte
la cuestión de sexos; el hombre de go-
bierno ve especialmente el problema po-
lítico : tanto el prejuicio de la superori*
dad masculina como el temor a la incóg*
SUS DERECHOS POLITICOS
167
nita de los dirigentes de partidos son va-
llas difíciles de salvar, pero tengamos
fe en la armonía de las energías huma-
nas, está la vida sembrada de pequeñas
injusticias, es cierto, se sacrifica al hom-
bre muchas veces, pero las causas gene-
rales, los valores positivos aunque con
esfuerzo y dolor llegan a imponerse siem-
pre.
Esperemos que la gran masa femenina
una. sus energías a la obra iniciada por
nuestras asociaciones feministas y que al
cambiarse la corriente de las sugerencias
que hoy van del estrado a la asamblea
surjan de ésta las ideas que marquen
rumbo a nuestro movimiento y permitan
con la conquista de los derechos políti-
cos primero la consecución definitiva de
nuestros ideales.
■Así lograremos la aspiración expresa-
da por la presidenta de la Alianza Inter-
nacional. Mrs. Margery Corbett Ashby
en ol Congreso de Berlín : que las
163 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
tres palabras símbolo de nuestra po-
sición y desdoro de nuestro sexo, “muje*
res, canciones, vino’,; sean sustituidas en
la mente de los ¡hombres por estas tres:
“Mujeres, Bienestar, Paz.”
Dra. Marina Inés Navarra
DOCUÍDENTARIOS
Posición actual de los derechos po-
líticos femeninos en el mundo —
“ Actualmente, y para el ma/yor
beneficio de sus propios pueblos,
las mujeres de 2b nacientes poseen
los mismos derechos políticos qiüe
tos hombres”.
(Nota del Congreso feminista de
Alianza Mundial para el sufragio fe-
menino realizado ten Berlín, 1929, al
Consejo Nacional de Administración
elevado en Mensaje a la Asamblea
Nacional del Uruguay.
Han reconocido los derechos políticos
femeninos, en alguna forma, completa o
172 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
limitada, los países siguientes :
ALEMANIA: Sufragio integral, es de'
cir derecho a ser electoras y elegidas, pa-
ra todos los cuerpos electivos.
AUSTRALIA : .Sufragio integral, elec-
torado y elegibilidad para, los Consejos
Municipales, los Parlamentos de cada Es-
tado y el Parlamento Federal.
AUSTRIA : Sufragio integral, electo-
rado y elegibilidad para los Consejos Mu-
nicipales y el Parlamento (unitario).
BELGICA: Sufragio Municipal, electo-
rado y elegibilidad. Para los Consejos
Provinciales y Parlamento, elegibilidad
pero no electorado sino para una catego-
ría determinada de mujeres.
CANADA: Sufragio integral, electora-
do y elegibilidad, para todos los cuer-
pos electivos en las Provincias o en el
dominio federal, con excepción del Sena-
do- En la Provincia de Quebec, la única
de tradición francesa, nada conseguido
aún.
SUS DERECHOS POLITICOS
173
CHECO ESLOVAQUIA: Sufragio inte-
gral. electorado y elegibilidad para todos
los cuerpos electivos.
DINAMARCA: Sufragio integral, elec-
torado y elegibilidad para toda clase d'e
cargos electivos.
ESTADOS UNIDOS: Sufragio inte-
gral, electorado y elegibilidad, para toda
clase de cargos electivos.
ESTONIA: Sufragio integral, electora-
do y elegibilidad, para todos los cargos
electivos. (Estonia, país al Oeste d'e Ru-
sia, sobre el mar Báltico, proviene do la
separación del imperio ruso).
FINLANDIA: Sufragio integral, elec-
torado y elegibilidad para todos los car-
gos electivos.
GRAN BRETAÑA: Sufragio integral,
electorado y elegioilidad, en las mismas
condiciones que los hombres.
HUNGRIA : Sufragio parlamentario
para las mujeres de más de 30 años,
174
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
mientras que la mayoría política de los
hombres es de 21 años.
INDIAS INGLESAS: Electorado pero
no elegibilidad en las provincias de Bom-
bay, Madras, Provincias Unidas, Assan y'
Bengala. En Bombay, electorado y elegi-
bilidad en materia municipal.
INDIAS INDIGENAS: Sufragio reco-
nocido en los Estados de Coohin. Traven-
core, Jahalwar y Misore.
ISLANDIA: Sufragio integral, electo-
rado y elegibilidad para todos los car-
gos electivos.
JAMAICA: Sufragio, reconociendo el
derecho a elegir pero no a ser elegidas.
KENIA : (Africa Oriental inglesa) su-
fragio integral para todos los cuerpos
electivos.
LETONIA: (Lindera de Estonia).
Electorado y electividad, sufragio inte-
gral para todos los cuerpos electivos.
LITUANIA: Sufragio integral, elegi-
sus
DERECHOS POLITICOS
175
bilidad y electorado para todos los cuer-
pos electivos.
GRAN DUCADO DE LUXEMBUR-
GO: Sufragio integral, electorado y ele-
gibilidad para todos los cuerpos electivos.
NORUEGA : Sufragio integral electo-
rado y elegibilidad para todos los cuer-
pos electivos.
NUEVA ZELANDIA: Sufragio inte-
gral, elegibilidad y electorado para todos
los cuerpos electivos.
PALESTINA : Las mujeres no tienen
derecho de voto parlamentario, pero tie-
nen derecho de elegibilidad y de voto en
la Asamblea Nacional Judía.
HOLANDA: Sufragio integral, electo-
rado y elegibilidad para todos los cuer-
pos electivos.
POLONIA: Sufragio integral, electo-
rado y elegibilidad para todos los cuer-
pos electivos.
RODESIA: Sufragio integral, electora-
do y elegibilidad para todos los cargos
176 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
electivos. (Rodesia es una colonia inglesa
del Africa Oriental).
RUSIA: Sufragio integral electorado y
elegibilidad para todos los cargos electi-
vos.
SUECIA : Sufragio integral, electorado
y elegibilidad, para todos los cargos elec-
tivos.
SUD AFRICA: Sufragio integral, elec-
torado y elegibilidad sin excepciones.
TERRA NOVA : Sufragio político,
electorado y elegibilidad para las muje-
res de más de 30 años, mientras que la
mayoría política de los hombres es 21
años. Sufragio municipal: electorado pe-
ro no elegibilidad.
TRINIDAD Y TOBADO: (Antillas)
Sufragio electoral pero no elegibilidad
para las mujeres de más de 30 años.
Hemos de agregar a esta lista :
CHINA : Sufragio en algunas regiones.
sus
DERECHOS POLITICOS
177
ITALIA: Voto Municipal para las mu*
jeres de más de 25 años, calificado, para
cierta clase de mujeres, a saber: con de-
terminada instrucción, o que pagan de*
terminada cifra de impuestos, o que tie-
nen medalla de guerra o son madres o
viudas de caídos en la guerra-
GRECIA: Voto Municipal, electorado y
elegibilidad.
ESPAÑA: Voto municipal calificado,
elegibilidad. Once mujeres han sido de-
signadas para la Asamblea Nacional
Constituyente. Numerosas mujeres son
concejalas y algunas alcaldesas.
RUMANIA: Voto municipal, electora*
do y elegibilidad. Sufragio político cali-
ficado (1929).
ARGENTINA : Sufragio municipal en
la provincia de San Juan.
■BRASIL : Derechos políticos en el es*
tado de Río Grande do Norte (1929).
TURQUIA: Sufragio municipal califi-
cado (1929).
178 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
De manera que:
DN EUROPA 23 PAISES han recocido
total o parcialmente los derechos políti-
cos de la mujer.
EN ASIA CINCO REGIONES : Palesti-
na, India Inglesa, e India Independiente.
China y Siberia que pertenece a Rusia.
EN AFRICA, CUATRO: Kenia, Rode-
sia, South Africa y Las Islas de San Vi-
cente.
EN OCEAN'IA DOS: Australia y Nue-
va Zelandia.
EN AMERICA INGLESA , TODOS. —
Canadá, Estados Unidos, Jamaica, Trini-
dad y Tobago (en las Antillas).
EN EUROPA, solamente Francia, Sui-
za, Portugal y parte de los Balcanes 6e
mantienen completamente inaccesibles a
las mujeres.
EN AMERICA LATINA, con excep-
ción de la provincia de San Juan en la
R. Argentina y el Estado de Río Grande
SUS DERECHOS
POLITICOS
179
do Norte las Mujeres están totalmente
desprovistas de derechos políticos.
Por la Alianza Uruguaya, de Mujeres, la
P resid*: nta
Doctora Paulina Luisi.
Vicepresldenta de la Alianza Mundial
para el Sufragio Femenino.
Diciembre 1929.
Solicitad enviada a la Cámara de
Representantes por las Asocia-
dones Feministas —
Montevideo, Noviembre 4 de 1929.
Al Señor Presidente de la Cámara de
Representantes. — Don Guillermo Gar-
cía. — Señor Presidente:
La Alianza Uruguaya de Mujeres y el
Consejo Nacional de Mujeres ¡djel Uru-
guay, en representación de sus afiliadas,
que constituyen una gran parte del ele'
mentó femenino del país» ante ese Alto
Cuerpo respetuosamente exponen:
Que siendo una de las más fundamenta-
les aspiraciones de la mujer uruguaya el
completo reconocimiento de sus derechos
políticos, para el cual ambas asociaciones se
ban presentado a la Asamblea Constitu-
yente en Abril 25 de 1917 ; al Poder Le-
182
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
gislativo en Junio 21 de l!921, y en Fe-
brero 23 de 11927, y a la Asamblea Depar-
tamental de Montevideo, en Noviembre
24 de 1923, y en Junio 21 de 1926; y es*
timando que la sanción de un proyecto de
ley que reconozca esos derechos, sería an
alto exponente de progreso cuya iniciati-
va corresponde a ese Alto Cuerpo, se pre-
sentan ante esa Honorable 'Cámara, soli*
citando el reconocimiento de los dere-
chos políticos femeninos.
Nuestras Asociaciones se han presenta-
do también al Comité Nacional de Con*
memoración del Centenario, solicitando
del mismo modo que incluya una petición
de esta índole entre las gestiones que rea-
lizará ante las Altas Autoridades de la
Nación con motivo de esa magna fecha.
Este primer paso hacia el pleno reco-
nocimiento de los -derechos de la mujer,
significaría no sólo la adopción de una
reforma social incorporada por casi todas
las naciones a su legislación positiva; si-
sus
DERECHOS POLITICOS
183
no también, y muy especialmente, daría
nuevo vigor a las fuerzas de la nación
por el aporte de energías femeninas, cu-
ya intervención en la solcción de los pro*
blemas nacionales es indiscutiblemente
de inmenso valor. Así lo ha demostrado
en los 34 países donde ellas han coope*
rado.
Son 23 en Europa, 3 en América, 3 en
Asia, 4 en Africa y 2 en Oceanía, los que
han realizado dicha experiencia, y han si-
do .sorprendentes los resultados obteni-
dos desde el punto de vista político y so*
cial.
La Alianza Uruguaya de Mujeres en-
tregó recientemente al Presidente del
Consejo Nacional ide Administración, una
comunicación dirigida a ese alto dignata-
rio por la Alianza Internacional para el
Sufragio Femenino, federación mundial
que comprende 45 países, entre los cua-
les el nuestro, por intermedio de una de
184
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
Jas asociaciones feministas que suscri-
ben.
En dicha nota, de la cual tenemos el
placer de adjuntar copia, se expresan las
resoluciones respecto a derechos políti-
cos femeninos, votadas en Junio del co-
rriente año por el Congreso Mundial de
Mujeres, en Berlín, y en el cual la mujer
uruguaya tuvo su representación y el
■consiguiente desmedro de figurar entre
aquellas de los países de civilización más
retardada, porque conservan a la mujer
en estado de incapacidad política y legal.
Cabe hacer constar con el natural pa-
triótico desagrado, que aún en America
Latina, países hay que se nos han antici-
pado también en este punto, puesto que
uno de los Estados Unidos del Brasil (1)
ha reconocido sus derechos políticos a la
mujer, en el corriente año.
Ocioso .sería, en la época presente, ar-
dí Río Grande del Norte.
SUS DERECHOS
POLITICOS
1S5
güir sobre la competencia de la mujer
uruguaya en las diversas manifestaciones
de la vida pública. Aunque la prueba no
hubiese, como lo ha sido, brillantemente
superada por nuestras mujeres, este ar-
gumento sería tal vez de considerar en
países donde el ejercicio comicial requie*
re determinadas condiciones de cultura;
pero absurdo de todo punto es en el núes -
tro, donde el ejercicio de los derechos ciu-
dadanos abarca en su extensión hasta al
varón analfabeto.
'Colocar a la mujer en condiciones de
igualdad con respecto al hombre, su com-
pañero de actividades, es a todas luces una
solución de justicia que pondría término a
lina situación inconcebible en una nación
uqe, en otros campos, ha sabido conquistar
las primeras filas por su legislación social.
Existen en las Carpetas de ambas Cá-
maras, numerosos proyectos relativos a
los derechos femeninos. La experiencia
nos ha demostrado, desde que se presen-
1S6
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
tó el primero por el año 1913 hasta la fe*
cha, que el pretender abarcar en conjun-
to la reforma de la legislación civil y el
reconocimiento de los derechos políticos
de la mujer, dificulta el estudio del asun-
to por su extrema complejidad, y dá co*
mo resultado, según se vió en anteriores
legislaturas, el envío de los proyectos a
las carpetas de una Comisión.
Por este motivo, la presente solicitud se
refiere solo al mencionado asunto constitu-
cional, que. en la hora presente de la civi-
lización humana, no es ya un problema ni
puede, dar lugar a discusiones o modifi*
caciones en cuanto a texto de ley. El ar-
tículo correspondiente de nuestra Cons-
titución es terminante al respecto, en
cuanto establece concretamente la fórmu*
la legislativa que llena las condiciones
necesarias a su aprobación.
Puede ese H. Cuerpo Gubernativo dar-
le sanción o decretar su rechazo, pero ya
no caben por ociosas, las discusiones so-
sus
DERECHOS POLITICOS
187
bre un tema más que abundantemente
discutido y comentado en el país desde el
primer proyecto legislativo en Í^IB, es
decir durante diez y seis años, lo mismo
en la Asamblea Nacional Constituyente
que en diferentes Legislaturas, en la
Asamblea Municipal y en la prensa na-
cional.
Los dos grandes partidos tradicionales
que comparten la mayoría de la repre-
sentación política del país, han manifes-
tado su opinión al respecto por boca de
sus mandatarios en el Consejo Nacional
de Administración, según el comunicado
dado a la prensa por la Secretaría de ese
Consejo.
En efecto, al darse comunicación a ese
Alto Cuerpo Ejecutivo de la nota arriba
mencionada, el doctor Luis A. de Herrera
no sólo se declaró partidario de esta re-
forma, sino que declaró “que en algún
momento había pensado presentar un
proyecto bien afirmativo en ese sentido’
183
LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
En cuanto a la opinión del Dr. Bruna,
lautor ide un proyecto amplio sobre dere-
chos femeninos, está demás insistir.
De las fracciones políticas que tienen
representación en el Parlamento, el Bat-
llismo, el Riverismo, el Radicalismo Na-
cionalista, el Socialismo, el Comunismo,
tienen esta reforma inscripta en la plata-
forma de sus respectivos partidos.
En vista pues de estos antecedentes,
nos presentamos ante esa H. Cámara so-
licitando quiera incluir en la orden del
día de una de sus sesiones del presente
período, la sanción del texto de ley pre-
visto por el Art. 10 de la Constitución
vigente, por el cual se reconoce a la mu-
jer el derecho al voto activo y pasivo en
materia nacional y municipal-
Con este motivo presentamos al señor
Presidente las seguridades de nuestra
más alta consideración.
Por la Alianza Uruguaya de Mujeres:
..Paulina Luisi, presidenta; Fanny C. de
SUS DERECHOS POLITICOS
189
Polleri >j Ad'-la R de Morató Vicepresi-
dentas; Celia Y. de Giuría y Ercilia Der-
torclCo. Secretarias ; Mario Devita , Tesore-
ra. Sara Rey Alvarez, Segunde P. de De-
fazio, Herminia M. de Brito Fonesti, Ca-
rolina S. \de Griot, Mercedes San Martin
de García , Vocales.
Por el Consejo Nacional de Mujeres:
Bernardina M. de De María y Paulina
Luisi, Presidentas Honorarias; Carola T.
de Abella y Escobar, Presidenta : María 1.
Navarra y Teresa Milans de Mamaco’dda ;
Secretarias; Carmen Onetti, Tesorera;
Luisa Casterán, Isabel A. de Pazos y Te-
resa Buscazzo, Vocales.
Mensaje enviado por la Comisión
Directiva de la “Alianza Interna-
cional para los Derechos Ciada-
daños de ¡a Majer ,f —
(Resolución del Congreso
de Berlín de Junio 1929).
Traducción
A su Eneeelencia el Señor Presidente
del Consejo Nacional de Administración.
— República Oriental del Uruguay. —
Montevideo.
Señor Presidente :
Tenemos el honor de llevar a su cono -
cimiento, rogando a V. E. quiera comu-
nicarlo al Parlamento de su País, el testo
de la Resolución votada por unanimidad
por el XI. o Congreso de la Alianza Inter*
nacional para el Sufragio y la Acción cí-
vica y política de las Mujeres, en su re-
ciente reunión de Berlín, en la cual las
192 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
mujeres de más de cuarenta países esta-
ban representadas:
“El -Congreso encomienda al Comité
Ejecutivo de la Alianza de llevar al cono-
cimiento de todos aquellos Estados que se
gobiernan por sí mismos y que aun no
han reconocido a las mujeres el derecho
al sufragio en las mismas condiciones que
a los hombres, que, actualmente, y para
el mayor beneficio de sus propios pue-
blos, las mujeres de 25 Naciones poseen
los mismos derechos políticos que los
hombres.
El Congreso encomienda también al Co-
mité Ejecutivo de insistir en forma apre-
miante, cerca de los Gobiernos de aque-
llos Estados, para que reconozcan sus de-
rechos políticos a las mujeres, de suerte
que la expresión “Sufragio universal”
pueda en realidad aplicarse a la nación
entera.
Hemos tenido, en efecto, el privilegio
de oír manifestar, durante el Congreso.
sus
DERECHOS POLITICOS
193
el punto de vista de hombres eminentes,
sobre el valor del sufragio femenino, y
no podemos sino esperar que las expe-
riencias felices realizadas allí donde las
mujeres son electoras desde algunos años,
convenzan a aquellos que aun dudan de
que el voto de las mujeres, lejos de tener
los resultados peligrosos que algunos te-
men. contribuirá, por el contrario, a vi*
gorizar la acción del legislador, en vista
de reformas útiles para el progreso social
y el bienestar público.
En todos los países, las mujeres han
manifestado siempre la mejor buena vo-
luntad para poner sus energías y su ca-
pacidad al servicio de los intereses nació*
nales, cada vez que su concurso les ha si-
do solicitado.
Creemos pues, que a todo Parlamen-
to preocupado por los intereses públicos,
corresponde asegurarse una colaboración
tan útil como la de la mujer, el valor de
cuyos servicios está ya demostrado • dan-
194 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
do a ésta, por el empleo de la balota elec-
toral» la posibilidad de trabajar, tan efi-
cazmente como las mujeres de aquellas
otras veinte y cinco naciones-
Convencidas que las altas Autoridades
de Vuestro País compartirán nuestras
■miras, y agradeciéndoselas desde ahora,
rogamos a V. E., Señor Presidente, de
aceptar las seguridades de nuestra más
alta consideración.
Por la Alianza Internacional para el
Sufragio y la Acción Cívica y Política de
las Mujeres. — Firmado : Marg&ry I. Cor~
bett Ashby, Presidenta; Emilia Oourd,
Secretaria.
Es traducción fiel.
Doctora Paulina Luid.
Presidenta de la Alianza Uruguaya do
Mujeres y Miembro dol Coniltó Ejecu-
tivo Internacional,
Mensaje del Consejo Nacional de
Administración con motivo de la
nota de l la “Alianza Internacio-
nal”—
Consejo Nacional de Administración
Montevideo, Noviembre 6 de 1929.
A la Asamblea General-
La Constitución de la República incor-
pora a sus principios el derecho de la
mujer al sufragio en materia nacional o
municipal y dispone que el reconocimien-
to de ese derecho deberá ser estatuido
por la mayoría de dos tercios de cada
una de las Cámaras Legislativas.
El Consejo Nacional de Administra-
ción adhiero unánimemente a las iniciati-
vas presentadas en el sentido de ese re-
conocimiento. ya que la demora en san-
cionarlo, es incompatible con los princi-
pios de toda democracia, y en tal eoncep-
196 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
to tiene el agrado de dirigirse a esa
Asamblea exhortándola al estudio de los
distintos proyectos que tiene a su consi-
deración relacionados con este vivo an-
helo de la mujer uruguaya.
Quiere agregar al respecto, la ma-
nifestación que acaba de hacerse en el XI
Congreso de la Alianza Internacional pa-
ra el Sufragio y la acción cívica de la
mujer. — según informa la comunicación
adjunta. — realizado últimamente en
Berlín, en el cual tuvieron representación
las mujeres de cuarenta naciones, en
25 de las cuales, tienen ellas los mis-
mos derechos que los hombres, para que
se lleve a conocimiento de los Poderes Pú-
blicos su voto de que se dicte la ley de
sufragio aplicable a la nación entera.
Con tal motivo el Consejo Nacional de
Administración renueva a esa Asamblea
las expresiones de su alta consideración.
— Por el Consejo : V. M. Martínez. J. C.
Rossi ; Manuel C. Rodríguez, Secretario.
Texto de las peticiones que serán
elevadas a la Asamblea Nacional
con motivo del gran acto páblico
celebrado en la Universidad el
5 de diciembre 1929.
Petición de las mujeres uruguayas
Lema: La mujer uruguaya reclama sus
derechos políticos.
Las Mujeres Uruguayas, reunidas en
Asamblea solemne el día '5 de Diciembre
de 1929, en el Salón de Actos de la Uni*
Tersidad de Montevideo, sin distinción
idte tendencias políticas, representadas to*
das por las distintas oradoras ;
Solicitan de la Asamblea Nacional la
sanción del testo de Ley previsto por el
Artículo 10. o de la Constitución, por el
198 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
que se reconoce el derecho de la mujer al
voto activo y pasivo en materia nacional
y municipal.
Petición de los ciudadanos uruguayos
Lema : Por los derechos políticos d\e la mu-
jer.
Los ciudadanos que suscriben solicitan
de la Asamblea General la sanción del
texto de Ley previsto por el Artículo 10. o
de la Constitución, por el que se reconoce
el derecho de la mujer al voto activo y
pasivo en materia nacional y municipal.
Programa de la Alianza Uruguaya
de Mujeres —
i
Derechos civiles y de familia
1. Derechos civiles y personales com-
pletos para la mujer en el matrimonio,
comprendiendo el de disponer de su ga-
nancia y su fortuna personales y de ser
emancipada de la tutela marital-
i2. Igualdad de derechos del padre y
la madre sobre los hijos nacidos en el
matrimonio.
3 . Deber d'el Estado de subvenir a las
necesidades de los hijos de viudas sin re-
cursos, debiendo éstas cobrar las subven-
ciones a título de tutoras.
4. Autorización de la investigación de
la paternidad d’e un niño concebido o na-
cido fuera de matrimonio; obligación pa-
ra el padre de asumir las mismas cargas
200 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
para la educación y crianza del niño, que
si éste fuera legítimo.
■5. Derecho para la mujer casada, de
conservar o cambiar su nacionalidad, por
el ¡hecho del matrimonio, según lo estime
conveniente.
6. Supresión radical de las leyes o cos-
tumbres que permiten o favorecen la ven-
ta o la esclavitud de mujeres y niños, tal
como existen en ciertos países de Asia,
Africa y algunas partes de Europa Orien-
Educación y derechos económicos
7. Acceso de hombres y mujeres cu las
mismas condiciones, a la enseñanza gene-
ral, n la enseñanza técnica y profesional
etc.
8. Derecho para las mujeres de tenor
acceso a todas las funciones industriales,
administrativas y judiciales.
sus
DERECHOS POLITICOS
201
9. Salario igual para la mujer que pa-
ra el hombre, para un trabajo igual.
10. Igual derecho al trabajo para las
mujeres casadas que para las solteras.
Ninguna reglamentación especial será
impuesta a las obreras si sus organizacio-
nes profesionales se oponen. Todas las
medidas de protección que se aplican a
las mujeres en cuanto madres, serán to-
madas de manera de no molestar sus in-
tereses económicos. La futura legislación
del trabajo debe tender a ser indistinta-
mente aplicable a hombres y mujeres.
m
Moralidad
1L Reconocimiento de una sola y única
moral elc\ a da para los dos sexos, moral
igual para la mujer que para el hombro,
que combata el libertinaje y ensene a
unos y otras a morigerar las pasiones,
202 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
estableciendo la mayor templanza y aus-
teridad en las costumbres de ambos se-
xos.
12. Supresión de la trata de mujeres y
menores y de la reglamentación del vi-
cio: el Estado debe combatirlo en lugar
de autorizarlo. Supresión d'e toda ley o
reglamento de excepción en materia de
costumbres o de moralidad que afecte a
determinada clase de personas en lugar
de aplicarse a la conducta de todos sin
excepción: la ley en materia de costum-
bres y de moralidad, debe aplicarse al de-
lito o falta y no al sexo de quien lo co-
mete.
IV
Cargos
13. Acceso de las mujeres a todos los
cargos públicos desde donde puedan en-
tablar la lucha:
sus
DERECHOS POLITICOS
203
a) Contra las enfermedades sociales:
alcoholismo, tuberculosis, enferme-
dades venéreas.
¡h) Por la higiene infantil,
c) 'Contra las habitaciones insalubres y
por la higiene urbana.
Y
Derechos políticos
14. Derecho de sufragio para la mujer
en las mismas condiciones que para el
hombre.
15. Derechos para la mujer iguales a
los de los hombres tanto en los cuerpos
municipales y nacionales como en los in-
ternacionales.
16. Acceso a los cargos del Estado, cua-
lesquiera sean ellos, de acuerdo con la
competencia de las personas sin distin-
ción de sexos.
204 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
Estatutos (Extracto)
Artículo 3.0 La Alianza Uruguaya de
Mujeres es independiente de todo partido
de política partidaria y de toda opinión
religiosa. Todos los partidos políticos y
todas las religiones son admitidas y res-
petadas sin distinciones de ninguna espe-
cie.
Art. 7.o b) Los hombres son admitidos
como socios al mismo título que las
mujeres. Las cotizaciones son de un
peso y cincuenta centesimos men-
suales- En casos especiales y para
las obreras y estudiantes, la cotiza-
ción puede ser reducida a la mitad
si no pudieren pagar la cuota de
$ 0.50.
La Alianza Uruguaya de Mujeres lla-
ma a su seno a todas las mujeres cons-
cientes, que comprenden la necesid’ad de
sus
DERECHOS POLITICOS
205
una evolución en las leyes y costumbres
para mejorar la condición social de la
mujer en todos los ramos de la actividad
humana, de las que es primordial la tarea
de la madre, cuyo desempeño debe ser
considerado como un sacerdocio y por
eso mismo llevado a un engrandecimien-
to y elevación que no han alcanzado aún
en su inmensa mayoría las legislaciones
actuales.
La 'Alianza Uruguaya de Mujeres llama
también a su seno a los hombres que han
comprendido la injusticia d*e las legisla-
ciones que mantienen a la mujer en el
mismo nivel que los incapaces, los meno-
res y los criminales.
La Alianza Uruguaya de Mujeres espe-
ra la cooperación de todos, para el triun-
fo de esta gran causa, obra de evolución
en pro del mejoramiento social de la mu-
jer, cuyo éxito no depende de un grupo
solo de personas sino que se obtendrá
solamente por el esfuerzo unánime de to-
206 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
dos los elementos sociales sin distinción
de clase, de partido o de religión.
La Alianaa Uruguaya de Mujeres invi-
ta cordialmente a todos a adherirse.
Pueden enviarse las adhesiones a la Se-
cretaría General, calle Paraguay 1286,
Montevideo.
Programa del Consejo Nacional de
Mujeres —
“Asociar a todas las mujeres para tra-
bajar por el mayor progreso de nuestro
seso, elevando su nivel moral, intelec-
tual, material, económico y jurídico. De-
dicar todas nuestras energías para conse-
guir mejorar la situación social que le-
yes y costumbres conceden a la mujer/’
El objeto del Consejo Nacional \ es:
A) Establecer Vfvzos de solidaridad entre
los diversas asociaciones femeninas que se
ocupan del adelanto moral, intelectual, so-
cial y humanitario de la mujer.
B) Dar oportunidad a todas las muje-
res de la República para reunirse y con-
ferenciar sobre cuestiones relativas a sus
intereses materiales y sociales y a sus de-
208 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
beres y derechos en la .sociedad. (Artícu-
lo 2.o d'e los Estatutos).
C) Estudiar y obtener mejoras en todas
las cuestiones relativas a asistencia de la
mujer y del niño; tutela y protección de
la infancia; protección a la maternidad;
cuestiones de higiene; obras de educa-
ción; lucha contra el alcoholismo; la tu-
berculosis y la avariosis : lucha contra la
pornografía y el juego y las mil obras
que interesan directamente a la mujer y
al hogar y que pueden ser campo fecun-
do a la actividad de nuestro sexo.
D) Ayudar y sostener el principio del
Arbitraje Internacional trabajando para
que llegue a ser un hecho la Paz Univer-
sal.
E) Conseguir la equiparación de ambos
sexos ante la ley civil:
La apreciación del trabajo femenino so-
bre la base de: Igual remuneración para
igual rendimento.
F) El acceso para la mujer a todas las
sus
DERECHOS POLITICOS
209
profesiones, artes e industrias, así como
a todos los cargos públicos :
G) El reconocimiento de los derechos
politices de la mujer reglamentados en
idéntica forma que para el hombre.
H) Combatir la trata de blancas y sos-
tener el principio de la Unidad de la Mo-
ral, esto es, establecer una sola moral
para ambos seros.
El Consejo no se organiza con el fin de
servir intereses particulares y no tiene
poder alguno sobre sus miembros ni so-
bre las sociedades o centros afiliados,
los que conservan entera independencia
de opiniones y de conciencia; no tiene
más poder ni ejerce más influencia que
la de la simpatía y el consejo, por eso to-
da asociación o centro conserva la más
completa libertad respecto a su organi-
zación, funcionamiento y medios de ac-
ción. Sólo se exige que las disposiciones
de las asociaciones o centros afiliados no
210 LA MUJER URUGUAYA RECLAMA
contraríen la Constitución del Consejo
Internacional. (Art. 7.o).
El Consejo Nacional de Mujeres Uru-
guayas es independiente de toda agru-
pación política o religiosa: el Consejo
profesa como principio el respeto a la
conciencia de todos sus afiliados, sean es-
tos individuos o sociedades (Art. 18).
Todos los centros o asociaciones feme-
ninas que persigan el mejoramiento de
la situación de la mujer y del niño, desde
cualquier punto de vista, podrán formar
parte del Consejo Nacional. Estas socie-
dades pueden ser exclusivamente feme-
ninas o mixtas. Estas últimas deben ser
representadas en el Consejo por mujeres.
Las cuotas son de un peso y 3e cin-
cuenta centésimos mensuales. (Art. 19-
2.o).
Con el objeto de dividir la labor se
han establecido en el Consejo las siguien-
tes Comisiones: de Asistencia (Menores),
do Asistencia (Mujeres), de Conferencias
SUS DERECHOS POLITICOS
211
y Propaganda, de Educación, de Higiene,
de Legislación, de Emigración e Inmigra-
ción, de Paz y Arbitraje, de Sufragio, de
Prensa, de Profesiones, Artes y Oficios
accesibles a la mujer, de Trabajo, de Tra-
ta de Blancas y Unid'ad de la Moral, de
Biblioteca, de Finanzas.
Secretaría del Consejo Nacional de Mu-
jeres, Maldonado 149o.
INDICE
Pag .
Planisferio indicando la posición actual de los ~~
derechos políticos femeninos ,en el mundo
por la doctora Paulina Luisi " 5
Pórtico, por A. B. C " 7
Algunas consideraciones previas necesarias, por
el Comité Organizador . . 11 11
DISCURSOS PRONUNCIADOS:
Doctora Paulina Luisi:
Los derechos políticos de la mujer en el
Uruguay y en la Vida Internacional . . . ” 29
Carmen Onetti :
Gestiones de las Asociaciones Feministas por
los derechos políticos de la mujer . . . " 49
Leonor Hourticou :
La mujer en la enseñanza " 71
Cristina Duf re chota :
Evolución económica de la mujer 99 85
Doctora Elisa Barros Daguerre :
Los ideales de la feminidad' han cambiado . M 95
Doctora Elvira MortorelH:
Diferencias jurídicas que importan inferiori-
dad en la mujer profesional •
Laura Cortinas :
La mujer escritora
Luisa M. B. de A bella Escobar :
Las fuerzas de la mujer serán demostradas .
Adela Barbilla Colombo :
La mujer obrera, sus salarios
Br . Olivia de Vasconcellos :
La mujer considerada a través de la historia
Doctora María Inés Navarra :
La gran masa femenina debe unir sus ener-
, n
gias
ANEXOS DOCUMENT ARIOS :
Posición actual de los derechos políticos feme-
ninos, texto, por la Dra. Paulina Luisi ...”
Solicitud enviada al Parlamento por las Aso-
ciaciones Feministas "
Mensaje enviado por la Directiva de la Alian-
za Internacional para los derechos ciudada-
nos de la mujer ”
Mensaje del Consejo Nacional de Ad mini stra-
ción al Parlamento ”
Texto de las peticiones qüe serán enviadas a la
Asamblea Nacional ”
Programa de la Alianza Uruguaya de Mujeres ”
Programa del Consejo Nacional de Mujeres - ”
105
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